Ahora es en Vinaroz.
A comienzos del siglo XX la arena licuó en los terremotos de Alicante; estudié esto con Artemio, y aprendí mucho; de aquella secuencia de terremotos además de ver el fósil de la arena licuada, algo me afecto a mí: de la onda de aquellos cayó un lienzo del castillo de Buñol, causando un pequeño desastre local que casi nos deja sin pueblo; aunque yo no estaba ni mi casa fue afectada: ya venía frita mi familia con la filoxera; no ´vivía aun allí mi abuelo, andaba con el ejército de Pancho Villa, mi abuelo, descendiente de Gaspar Tomás, directo y en línea, el pastor de Agres al que se le apareció la Virgen cuando cayó bajo el fuego la parroquia de Santa María en Alicante, y fue el que dio voces a la población y en Agres le hicieron su lugar a la Virgen, y ahí andan, mientras mi abuelo el de Bocairente emigraba a Buenos Aires y la historia se tramó para que yo desentrañara los arcanos de la condición humana, de Buñol, de mi mismo: porque como manda el canon, la historia sólo es la historia de uno mismo, todos esos cuentos de la objetividad se los creerá quien los crea. Mi abuelo acusó aun los efectos de aquel hundimiento, mi padre se encargó de cuidar y afirmar el castillo, y ahora parece ser que ese castillo lo inventaron sobre 1979 los que ahora mandan; negar el pasado es la manera de la soberbia para imponer su mentira.
La historia sólo me vale para saber quien soy, aunque a lo mejor soy un poco exagerado, que también anduve por Olduvai, pero eso, es otra historia.
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