Y cambió la hora. Ahora están cuestionándose volver al horario solar, abandonar esta torpeza del cambio de hora y volver al meridiano de El Hierro, el original, y más cosas veremos: el post de abajo explica el cambio de hora, que quizá pueda tener un ápice de justificación hasta hace poco tiempo: ahora, con los relojes y teléfonos modernos no hace ninguna falta unificar nada: ni la hora, ni los sistemas de medida: el sistema métrico decimal queda obsoleto frente a los sistemas clásicos de medida: deberíamos volver a la romana, la legua, la milla, la arroba y el celemín, que desde luego nos son más propios y más bonitos en el habla.
Pero bajo la unificación por criterios científicos, que tan sólo son criterios industriales, se pierden los matices, los localismos, la riqueza de la humanidad: que alguien imagine a Velázquez pensando en un sistema de colores basado en el “normalizado y universal” de pantones o a Quevedo escribiendo el “Elogio del ojo del culo” en progriz políticamente correcto; eso sí, lo que no ha cambiado es la sumisión al dinero: el petróleo no se mide en litros, sino en barriles; el oro en onzas, la estupidez sigue siendo insondable.
Todo este sistema en beneficio de un modo que acaba dando la esclavitud y la sumisión como norma; se ha buscado el buen funcionamiento del sistema, y se ha soslayado en todo a la persona: el horario de los hombres no es industrial, sino solar; comienza y acaba el día cuando sale el sol y a medio día es el Ángelus; la noche empieza después de cenar y acaba al amanecer, y te levantas y te pones lentamente en marcha, haces tus faenas, acabas tus trajines, cuando acabas se plega el día y ya te dedicas a tus aficiones, detalles o socializaciones en el casino; nadie en su concepción jamás ha pensado su vida en turnos de ocho horas tasadas de meses tasados y su tiempo definido en un contrato.
En Roma el día se dividía en veinticuatro partes.
Que nada tienen que ver con las 24 horas sino con la configuración solar y del hombre respecto al sol. Desde los babilonios se partía el día en veinticuatro horas (contaba en sistema duodecimal, la base doce se impone siempre al sistema métrico) el sistema que se impuso fue el de horas desiguales frente al de horas iguales babilónico; así sucede Roma y se elabora un imperio, y con este sistema San Benito en el siglo VI distribuye los rezos para los monjes adecuándolos al sistema de horas desiguales: que pasan a denominarse horas canónicas. El salmo V menciona siete alabanzas a Dios a lo largo del día, con lo cual se adecúan a ello los oficios mayores: en las horas mayores (3) la asistencia a misa era obligatoria; al dar la campana las menores, el monje donde estuviera debía parar la faena y echar un rezo.
La distribución horaria de la regla de San Benito permite que al cabo de la semana se haya rezado el salterio completo. Las horas canónicas tienen denominación, no numeración
-Maitines
Primer rezo del día; algo después de la medianoche.
-Laudes.
En punto de amanecer.
-Prima.
Mantiene el nombre romano; tercer rezo de las horas canónicas y se reza una hora después de la salida del sol.
-Tercia.
Tres horas tras la salida del sol.
-Sexta.
(Siesta)
-Nona.
Más o menos las tres; hora de La Misericordia.
-Vísperas.
Antes de anochecer. Con maitines y laudes son las horas mayores. Más o menos seis horas después del Ángelus.
-Completas.
Examen de conciencia antes de ir a dormir.
En la alta edad media, cuando se elabora por San Benito esta adecuación de las horas y los trabajos, las faenas y los días, los rezos se hacen cantando: El Papa Gregorio Magno frente al canto galicano estructura y recopila el sistema de canto romano: el canto gregoriano es pues el canto del pueblo sólo que recopilado, y si San Agustín dijo que el que canta reza dos veces, los rezos se hacían cantando: sin impostación ni alardes: lo importante no es el cantante, sino el canto; y ya tenemos ahí el gregoriano cuyo canto se somete al texto en latín que se anotaba con notación cuadrada: en el siglo XI Guido D’arezzo a partir del himno de las vísperas de San Juan organiza lo que hoy día conocemos como la escala:
Ut queant laxis
-Re
Resonare fibris
-Mi
Mira gestorum
-Fa
Famuli tuorum
-Sol
Solve polluti
-La
Labii reatum
-Si
Sancte Ioannes.
Leída seguida toda la notación, viene a decir
Para que puedan exaltar a pleno pulmón las maravillas estos siervos tuyos perdona la falta de nuestros labios impuros San Juan.
El ritmo del trabajo lo pausan las campanas; los rezos dan descansos, se marcan los ritmos del tiempo de los hombres: porque el ritmo canónico y reglado tiene su traducción en el pueblo, que ora et labora pero en su ritmo canónico llevan su vida y se ordenan y rezan y aman; el gregoriano, sometido al ritmo latino y de ritmo libre, se escucha, se canta….y se adecúa a la vida de los que aman y quieren a sus hijos y rezan el Ángelus y en la noche cantan, cuando se reúnen, al ritmo llano, que irá evolucionando, de adecuar el texto y su ritmo y sonido
hasta hoy, y en esta base se desarrollan los ritmos y los cantes, el baile como expresión y la configuración de la alegría: el hombre canta como reza porque reza como vive, porque vive en estrecha vinculación con la tierra, y el ritmo de su lengüaje, de su vida y de su labor hace la música: y se va utilizando la música como configuración de la memoria y de la transmisión oral; de la alegría y de la vida, y Durán recoge los romances populares, que su yerno estudia y elabora, y yo conozco por Baltanás, y sus nietos elaboran la saeta y una de las obras más sólidas poéticamente del siglo pasado: los hermanos Machado hacen poesías maravillosas porque adecuaban su texto a su ritmo de su vida, su tempo, su trabajo y su vida, y por eso la poesía buena nos duele y alegra, por eso el flamenco es la música de España, de la tierra y el hombre bajo el sol implacable y el rigor de las témporas, con nuestra historia y avatar, decurso que ahora quieren condicionar a sirenas de fábricas y tasaciones de la propia vida cuando somos de sirenas de Ulises y dedicados siempre a todo aquello que no tiene valor que es lo que vale: porque es impagable escuchar a Paco de Lucía y es impagable el placer infinito que se añora de haber descubierto algo: el momento de descubrir el Poeta en Nueva York no lo volveré vivir porque es único, como mi vida, como todas las vidas; y nadie te enseña que las mujeres te hacen y conforman y que la vida se define por todo aquello que es inasible, y no se puede cuantificar: por eso esta aberrante sociedad industrial, fundamentada en un sistema métrico plutocrático que sólo sirve para justificar un sistema alienante y degradante, está cayendo en su propia entropía para volver a donde jamás debimos haberlo dejado: el hombre en comunión con la tierra con respeto y consideración, viviendo con alegría, y disfrutando la propia vida y no el sufrimiento al que nos quieren condenar.
Por eso debemos cambiar la hora. El sistema. Las formas. Volver a ser personas, que no ciudadanos, obreros, o artefactos, que cada hombre vale en función de sí mismo y su propia vida.
Debemos cambiar la hora. Pero de verdad.
2 comentarios:
No sabía casi nada de lo que has escrito y me ha encantado. Horas desiguales... sí señor.
Lo igual existe, sin duda, pero es dentro de lo desigual.
Arriba del todo de la pirámide no está el igual sino el NO: (= | = ).
Por eso nuestra numeración es falsa y ridícula,y hablamos de la infinita estupidez de los números positivos cuando sólo hay números negativos,que salen del cero diferenciándose de él y vuelven al cero al terminar la cuenta, como acertadamente hacen las escalas musicales.
Y con ése no saber contar se generan todas estas matemáticas idiotas que padecemos, que adoran al "mono"=, en perfecta idolatría y mayor tontería.
Porque todo empieza por el cero, el seno de dios o la nada, y vuelve a él.De la Mujer a la Mujer,(María, Madre de Dios) llevados por el viajero incansable, el Hombre o verbo.
Salimos de Casa al nacer y volvemos a ella al morir. Por eso sólo hay un tiempo o acto, que se repite en latidos, a saber:
0 -1 -0: Es decir, cero, uno, y vuelta al cero. Se empieza por el cero, dentro de él estalla el tiempo como una campanada, y se vuelve al silencio.
Ésa es la primera cuenta o número.(Pues en todas las lenguas antiguas, en especial en la de los únicos que sabían contar, los Aztecas, un Número es una Numeración, "una cuenta" en sentido literal. Exactamente igual que los "cuentos".
Pues todos los paseos son iguales: Uno sale de casa por la mañana y vuelve a casa al anochecer.
Vamos a donde venimos y venimos de donde vamos. Y eso no es místico ni raro. Si yo estoy dando un garbeo y me preguntan ¿De dónde vienes? Respondo que de casa, claro. Y ¿a dónde voy? Pues a casa es la única respuesta correcta.
El eterno retorno del que hablaba Nietzchie
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