Devoran a sus hijos: los sesentones que han llegado a abuelos sin haber sido jamás adultos han criado a una generación de ahora padres que en todo evidencian una aberrante confusión de la realidad; no saben para donde pegar y sólo saben mantener posturas y actitudes fingidas, como las histéricas que ante todo tienen una actitud predefinida y ensayada ante el espejo.
Esta apología del cretinismo como forma de domesticación sublimada en escuelas de concentración por montones de gente sin formación, madurez, cultura ni criterio, pero con acceso libre a puestos del estado sin oposición, tan sólo da de si un nivel deplorable de gente que se consideran maduros por una simple cuestión cronológica, que nada más.
Este sistema se fundamenta en la propaganda; las técnicas diseñadas por Harnecker y sublimadas por Gramsci por las cuales el sistema educativo pasó a ser un sistema de estabulación se ha hundido, dejando a todos sus vehementes defensores instalados en la neurastenia, la ira, la rabia y la maldad proyectada.
El sistema se ha roto: en las alturas, donde los números sin sentido y las economías infinitas de tanto análisis no saben que hacer ni para donde pegar: esperan que mientras la inercia dure ellos queden a salvo; a pié de calle toda la base manipulada de la propaganda ya busca las certezas fuera de ella; la propaganda y la publicidad sólo generan reacciones adversas: han cumplido su ciclo, y como todo este sistema malhadado morirá matando.
El sistema ha muerto y muere matando; el final no será decretado ni vendrá por algaradas, algarabías, follones, o guerras programadas como ha sucedido en el norte de África.
Lo siguiente es un retorno a la autarquía, con la escala mínima de pueblos, aldeas y autosuficiencia básica: lo demás atendido pero con prudencia y cautela; las grandes aspiraciones de control mundial, control de España, de la sociedad, se verán en su concepción ridícula; comunicarán las cosas en su fundamento: persona, familia, pueblo.
Mientras tanto la confusión será alentada, el mal subvencionado, la falacia alentada, y la memez sublimada.
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