En la música y el enfoque se anuncia la presencia: Vader es un Lord: no un Darth, y eso ha de hacerse notar. Sólo la presencia da la medida del personaje: es un artificio, es un afeite; es el más malo de la historia, en femenino lo es Milady de Winter: pérfida y perversa.
La ficción a veces crea la realidad al asumir su esencia; la realidad siempre es mucho más creativa, rotunda, implacable: para escuchar a Lady Gagá, a Beyoncé, Shakira, Rihanna, tuve que descargarme la música para poder escuchar: el impacto visual distorsiona la percepción del sonido; no le quita calidad, da medida del concepto industrial de la música, el espectáculo ha de ser lo más llamativo posible para atraer; como sea.
Los lugares comunes me repugnan; cuando me hablan mucho de algo, de eso huyo, si me hablan mal, me acerco: configuraciones de la percepción. No quería escuchar a María Rita, había demasiado ruido alrededor; al tiempo la casualidad me llevó a ella; un día escuche algo conocido: “Puerto de Santa María: Moguer” y paré la oreja: la Estrella se descubrió por sí misma; en ambos casos me dolía el que se opacaran por el peso familiar y la vinculación que establezco con mis referencias culturales: Juan Ramón Jiménez me llevó a la Estrella por sí misma, que es espectacular, y puedo acabar enamorándome de Soledad que es un primor. En un youtube declara Chico Buarque que Fagner le enseñó a componer canciones: a fe que si es cierto buen maestro es, y lo escuché: se agranda la figura del Camarón, y la humildad de Fagner es cierta; Fagner toca con Gilberto Gil y Gil saca al escenario a María Rita y uno ya entra en razones.
Frente al artificio colorista y cosmético de toda la configuración del espectáculo sajón está la sencillez. La música es a veces por sí misma, a veces sólo espectáculo, a veces una mezcolanza: no la hace carente de calidad, sólo la caracteriza en su magnificación teatral y colorista, espectáculo y sugerencia.
Maria Rita y la Estrella, solas en un escenario lo llenan todo, no necesitan enseñar la pechuga ni insinuar esteatopigesis, solas, viva voz, tienen algo que decir: lo dicen y se vuelven al bibel, a los críos, a sus faenas; como Paco de Lucia y D. Enrique, Camarón, Bowie o Michael Jackson: la presencia es poder, transmiten el poder: está en ellas.
Siempre se manifiesta la presencia; el artificio siempre esconde trampas aviesas de querer ser lo que no se es. La propaganda y la publicidad se fundamentan en el artificio; frente a la verdad, todo acaba opacado, y lo evidente refulge: a tal luz la envidia queda en evidencia. Hay quien tiene luz propia.
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