365 días; 7 una semana; 24 horas: creemos así haber configurado al tiempo, cuando es el tiempo quien nos configura a nosotros: para estudiar viene bien parcelar, subdividir, analizar por partes para unir y luego comprender, pero estudies o no la vida, va.
Un año es un curso para un estudiante; un mes es un salario para un jornalero; una semana es un tiempo entre misas, un día es el avatar, lo que sucede entre el amanecer y el siguiente amanecer; una hora es el infinito esperando y apenas tiempo cuando aún no has acabado; un momento son tres horas cuando la mujer dice “tardo un momento” y nada cuando lo haces tú; un instante es la media de tiempo desde que el semáforo se pone verde y un imbécil pita; una vida es desde que la conoces hasta que te destroza el corazón, el infinito del tiempo es la medida del dolor.
El error del cienticifismo es haber considerado que la herramienta para poder estudiar la realidad era el fin en sí mismo; la soberbia hace el resto al obviar la evolución del hombre, desde las cavernas de España o desde la garganta de Olduvai hasta, por lo menos, mas o menos cuando nace Cristo: se hace el tiempo, considerando sin saberlo todo lo que luego aún no han desgranado, y aún más, porque la cultura se elabora por secuencia infinita de acumulación, y no en los despachos.
De tal modo nuestra configuración del tiempo considera las fases de la luna (y vosotros sin saberlo) y los eventos accidentales de la naturaleza: por eso un año es el plazo entre cosechas; un mes el tiempo de labranza…..y cuando la luna mengua se saca el estiércol, que cuando crece saltan las pulgas. Si te cortas el pelo en menguante crece más lento; lo hace más vigoroso si lo haces en creciente: todas las que se depilan y Rariano ahora lo harán con sintonía con las fases de la luna.
Porque el tiempo es un día: desde que sale el sol hasta que vuelve a salir el sol que es cuando cambia el día; y la jornada laboral es desde que sale el sol hasta que se pone; y por eso se elabora el calendario tal cual realmente vivimos y habilitamos, y no con esas cosas de horas tasadas y tiempos de metrónomo.
Y por eso al adviento sin daros cuenta estáis tristes, compungidos y contritos, y tendéis a la actitud espiritual reverencial de sometimiento y humillación, de mucho pensar y mucho penar; y por eso la navidad es en familia rodeada de luz y recogimiento y alegría: llegados a lo más oscuro, viene la luz; y la pascua es la alegría después de la pasión y la incertidumbre de la cuaresma; y por eso la hora ideal es siempre ideal, porque no es definible analógica ni digitalmente.
Dios hizo el tiempo, pero dejó su administración para los hombres: así que decidid vuestra vida, que al fin y al cabo es vuestro infinito primordial.
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