Todo cuanto se hace publicidad en los medios antigüos de comunicación es tan sólo afán de protagonismo y maneras de arrimarse servilmente al poder, a favor o en contra, con la intención de obtener algo aunque no sabemos qué: nadie de todos esos quiere cambiar el sistema, tan sólo obtener un buen lugar en él, o mejorar el que tiene.
Hubo un caradura francés que durante un tiempo medró por la universidad de Valencia (que bajo ha caído) con el tema de la prospectiva: resultó ser tan sólo un chamarilero más, que hacía profecías que justificaban las actuaciones que se habían previsto en esas profecías que sucedieran de manera que tan sólo era un sistema de justificación de infamias. Nadie puede adivinar las “tendencias” futuras, tan sólo los de las revistas de modas lo hacen y es evidente el chamarileo ahí: lo demás es estafa: yo le escuché decir que “internet no tenía futuro” y nada, se quedan tan orondos.
Nadie podía prever youtube, ni facebook, ni que gracias a la indignación real en twitter el ilegítimo borbón tuviera que hacer como que pedía perdón públicamente: esa fue la certificación por la prensa anticuada de que lo importante se mueve por la red, y ellos ya no controlan el flujo de la información. Se espera la respuesta del elefante.
Todos se consideran hombres de progreso y con certezas rotundas, ninguno sabe lo que es el progreso ni hacia adonde va, sólo se reconoce el progreso que sucedió, nunca el que sucederá, y la verborragia socialdemócrata ya no engaña a nadie que no quiera previamente ser engañado.
Lo que haya de venir, vendrá, pero desde luego, nada predecible. O no tanto: mañana, más.
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