Todos los policías que salen en series de tv son sagaces, perspicaces, pertinaces e intuitivos: todos han estado en guerras yankis pasadas lo cual en mayor o menor medida les condiciona, y beben leche y ninguno fuma; tienen sus extravagancias pero son moralmente correctos, políticamente correctos, hasta violentamente correctos. Y que decir de las mujeres policías: más fantásticas que las princesas de Disney, más imposibles que el papel que han inventado. Porque USA es el imperio de la corrección política, de la buena educación córcholis y mecachis, el hablar de nada y no discutir de nada, la vida light las relaciones lights, sin pasiones encendidas, los divorciados se llevan de una manera irreal, todo es mentira: y a la gente la llevan a la mentira, el fenomenal aparato de propaganda se expande por el mundo, letalmente, con las consignas subliminales de despersonalización del hombre y cosificación real de la mujer, gota a gota, pero anda colando en la realidad: la policía local de Valencia en La Malvarrosa van copiando las maneras de la series de policías de playas americanas: van ahora en pantalones cortos, en bicicletas, en aparatos de dos ruedas que se manejan subidos a ellos con un manillar, en sqads paseando por la arena molestando a los bañistas haciéndose los héroes intentando ligar: funciona, la propaganda funciona.
La herramienta de encaje social es la psicología: ahora han sacado una nueva versión del dsm, herramienta de clasificación inventada por las compañías aseguradoras para no pagar más que lo justo cuando han de pagar, santificado por lo civil en la progrhez europea, adorado por los psicólogos como herramienta que subsana su carencia de conocimientos.
A todos nos fascinan los monstruos que genera esa sociedad, todos sonreímos cuando Lecter encamina hacia el Dr. Chilton diciendo a Clarice que va a “cenar con un amigo” aunque sepamos que es un monstruo aberrante: a todos ha fascinado House: siempre lleva sus pacientes hasta el borde de la muerte forzando la cosa para salvar en el ultimo momento, y aun así a la gente le gusta; Monk no quiere ver a la sociedad y teme a la realidad. Todos son de una inteligencia desmesurada, nadie piensa en lo bien que relatan los guionistas.
En común tienen algún trauma infantil duro y avieso, un duro golpe de la realidad que los convierte en gente nada convencional socialmente: con intimidades inconfesables, son una depresión encastrada en la sociedad, y nada más: entra en la lógica que los presenten así para comprender la naturaleza humana; todos son una depresión infantil, si, esas depresiones jamás se curan, las arrastra el individuo siempre, si es que alguna depresión se cura.
La sociedad sajona necesita justificarse: adoran al dinero hasta en las monedas, van a misas extrañas porque “todo vale” y todas valen: se adora al dólar y se justifica todo lo que sea por el bien "del sistema” aunque lo disfracen de patriotismo, saben todos que es injustificable: no defienden a su país, defienden a corporaciones e intereses aviesos.
Los soldados que vuelven de las guerras yankis acaban viviendo entre cartones en las calles bebiendo y realmente tarados; y nada de lo que se cuenta tiene ni siquiera visos de realidad. Los que no asumen la deshumanización y despersonalización de la sociedad no son esos héroes de la pantalla sino gente que huye de toda esa sociedad de apariencias y vacío: se ejemplifican bien en esos héroes de tv y cine, pero esa sociedad no asume a las personas.
Garcilaso, Calderón, Cervantes, los geniales escritores de La Codorniz, Torrente Ballester, Tip, habían estado en una guerra, y ninguno de ellos quedó tarado: casi eso fue un acicate para su obra más que un hundimiento personal; y no son menos geniales que los héroes de usa, además son reales.
España trata fatal a sus excelentes, y ninguno de los grandes escritores ha sido loado en vida ni siquiera rico si no lo era de casa; pero aquí seguimos todos en el tema: muy diferente del asunto sajón, si, a cada uno lo suyo, pero nuestra literatura es rica, demasiado rica por todas partes, y los soldados no quedaron tarados en cartones tras las batallas, los que sobrevivieron.
El catolicismo existe por España y los españoles: no por la jerarquía católica ni por la estructura de funcionamiento de la iglesia sino casa a casa y día a día, lo cual configura maneras de vivir, pelear, guerrear, beber, estudiar y pensar: por eso quieren destrozar España: no somos manipulables como los adorados por la socialdemocracia como herramientas del sistema: España es un país de personas, y aparte de la fe, es la estructura católica la que nos conforma y organiza, y a destrozar eso se está dedicando la hez política por la necesidad de la plutocracia.
España nunca ha sido un país de criminales ni de monstruos, y de guerras no vamos mal servidos, pero luego la gente llevaba vidas normales, con las consiguientes cicatrices, pero normales. El catolicismo nos arma para sobrevivir sin rompernos, del alcohol ni de las guerras, la traslación social que necesitan hacer para someternos a la plutocracia nunca prevalecerá, porque el alma española se forja en el catolicismo, no en el culto al dólar encarnado en patrioterismo falaz.
Por eso nos fascina que se maten de esa manera y el rigor de su criminalidad, por eso solventamos situaciones tan duras todos cada día sin grupos de autoayuda ni manuales de vida para imbéciles, por eso nuestras guerras no dieron gente en las calles bajo cartones.
Fascinan los depresivos americanos en pantalla porque son gente que desprecia el sistema, aquí no tenemos ese rango de personajes, porque no pertenecemos al sistema sino a la cultura: se han empeñado en destruir España y cada vez hay mas memeces anticulturales y antiespañolas: no prevalecerán.