martes, 4 de abril de 2006

La cultura

Descansa en el hombre y emerge de él, pero no está en su estructura orgánica.
La cultura que cualquiera adquiere existe antes de su nacimiento y persiste tras su muerte; somos “porteadores” de cultura, que es anónima, pues no es individual sino colectiva.
Y es la que conforma el sistema de interrelaciones de la sociedad humana; por tanto, la conducta es el integrador cultural.
Resultado del complejo entramado de la invención social se transmite por precepto a cada nueva generación, y se salvaguarda por el castigo. El hombre ajusta la conducta y evoluciona por un proceso de alimentación y retroalimentación sin modificaciones de su organismo.
Los hábitos establecidos se proyectan en las conductas futuras; conforman las normas sociales de conducta; hay normas universales, que empapan a todos los hombres y otras que permiten la elasticidad de elección entre posibilidades, del mismo modo que se generan subgrupos; esto es lo que genera la cohesión social y posibilita el avance cultural por asimilación de las nuevas normas, o no, que los subgrupos “proponen”.
El cambio cultural es pues un acumulado de la experiencia de la cultura sobre sí misma.
Plantear en este siglo un nuevo paradigma cultural, como pretende el ecologismo, o el cientifismo, es negar toda la amplia banda de evolución cultural que entre otras cosas, ha generado la posibilidad de la existencia de esas posibilidades; intentar una nueva alianza con la tierra, es negar la evidente relación que ha llevado la humanidad a éste punto, en el cual la “disension” con el desarrollo lineal del proceso cultural forma parte del mismo: es una cultura tan elaborada que hay que volver a las fuentes demasiadas veces para saber de que estamos hablando; la palabreria, la demagogia y la premura de la información distorsiona la perspectiva cabal sobre la realidad; llegados a éste punto, la blogosfera se convierte en un sistema de información que produce la propia cultura para su salvaguarda y control.
Cualquier fenómeno, ambiental, social o de cualquier tipo que no considere al hombre como la especie a cuidar – cuidar, no consentir, cuidar, no malcriar- en su redundante relación con el medio, más allá de de logorreas, demagogias o intereses de grupos o personalismos será, por definición mal analizado y por tanto no se resolverán problemas sino que se generarán algunos mayores de mayor costo y que causarán efectos retardantes o degenerativos a la cultura.

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