Cogíamos las hojas de las moreras para dar de comer a nuestros gusanos, el juego infantil es una de las marcas que mas vigorizan la cultura; los gusanos los teníamos en cajas de zapatos y les poníamos las hojas de morera hasta que un día salían mariposas y teníamos los capullos ahí. Aun están los árboles de morera; la costumbre creo que no pervive; me informaré.
LLegaba a Venecia la seda desde la China; Marco Polo trajo también la pólvora, que se estrenó en Niebla, en 1262, pero no se supo usar hasta que en Valencia inventamos los petardos. La Seda venía desde China a Venecia, y por comercio a Valencia, donde con su uso habitual llega a configurar un gremio con el colegio del Arte mayor de la seda, que es una maravilla, aunque ahora lo hayan degradado y ocultado a la vista como una vergüenza familiar, porque la progrez no sabe valorar nada, sólo destruir; y en vez de valorar la tradición de uso de materiales y la primorosa industria textil valenciana había que dedicarse al diseño, que lo era todo lo que viniera de fuera menos lo propio, y a caer en las garras de multinacionales en vez de continuar con una línea tan bien trazada, a progrecesarlo todo, con lo cual se oculta toda una riqueza industrial y comercial famosa en todo el mediterráneo, y envidiada hasta el hastío; el comercio hacía de Valencia la capital del mediterráneo, y la vida es alegría: es lo más humano que el mejor tejido elaborado se lo regales a la novia si lo has hecho tu; si no, el mejor que puedas comprar; tejidos que construyen vestidos que se guardan en el arcón para las ocasiones, y que se lucen en las ocasiones especiales, porque los carpinteros queman los restos y lo acumulado del invierno en la calle, y uno de ellos cruzando dos palos y poniéndole una cabeza hace una figura humanoide, que el otro bautiza “se parece al de la taberna” y de ahí se empiezan a picar los carpinteros entre ellos y con el tiempo y los años empiezan las fallas, el día del patrón del gremio de carpinteros, San José; pero como no hay reforma laboral ni condiciones sindicales el trabajo es algo familiar, social e imbricado en la vida de las personas y la fiesta es para todo el que pase por allí, y con el tiempo unos irán a una falla y otros a otra, y en el rigor litúrgico de la alegría, las mujeres lucen los vestidos de seda que les ha regalado el novio y van a ofrendar las flores a la Virgen de los Desamparados, que es de Valencia porque unos peregrinos raros la dejaron a cambio de techo en San Nicolás, y de los peregrinos nunca más se supo, que su historia tiene; y las falleras ofrendan a la virgen bien guapas, porque van alhajadas de fiesta mayor, que el gremio de joyeros de Valencia es maestro en filigrana y señorío, y una gente maravillosa, y se luce la joya y el escote, “el muestrario” completo, para ofrendar a la virgen y luego volver a la falla a hacer la fiesta con los propios, que el novio que le ha regalado las telas para el vestido iba detrás en la ofrenda, tocando con la banda: que después del trabajo se reúnen en bandas de música para pasarlo bien, y de ahí sale una difusión cultural enorme que ha llenado las orquestas del mundo de los mejores músicos, todos de Buñol, algunos de Valencia y de los pueblos del Reino, y los músicos de Valencia andan por todo el mundo dando magisterio y belleza, y se reúnen en la falla y se calientan y bailan y hacen la fiesta mayor que para eso han trabajado duro el invierno y la paella al sol ahora se agradece mucho y la novia que guapa está con las sedas que le regalé.
Y la paella es una construcción única en la gastronomía por su elaboración, perfección y cuidado, que más allá de Buñol nadie sabe hacer paellas, y las mejores del mundo son en Venta Pilar, aunque llamen así a cualquier arroz con cosas; la paella es lo que es y es social, alegre, de amigos y festiva; muy festiva, porque se ha hecho con productos de la tierra, que está bien regada y el agua está cuidada, que el tribunal de las aguas, el más antigüo en vigor del mundo, regula, y la gente acata; y la tierra está bien preparada porque los romanos hicieron las centuriaciones que aún se ven en las fotos aéreas, y así la tierra dió la paella, y el ingenio del hombre su elaboración.
Y así son las fallas, porque el comercio lo hicimos y nos lo copiaron, porque aquí todos se dan mucho bombo y circunstancia, pero cuando la Reina Isabel quiso apoyar a Colón tuvo que pedirle el favor y el dinero a un valenciano, Luis Santángel, sin el cual no se hubiera descubierto América, ni tendríamos los magnolios de 500 años que hay en Valencia, que fueron el detalle que Colón trajo a Santángel.
Un niño coge una hoja de morera para alimentar a sus gusanos y tras ese simple gesto hay toda una elaboración cultural enorme que la progrecesación ha querido destruir subsumiéndonos en un marasmo socialdemócrata de repugnante plutocracia y ninguna seña de identidad: odia las fallas quien no quiere tener identidad, quien se niega a sí mismo en su amargura y fracaso personal que quieren volcar a la sociedad; un niño coge una hoja de morera y su amigo toca el clarinete, y hacen capullos de seda, y comen paella y ven la banda pasar tocando canciones festivas. Y las fallas permanecen, porque son el único movimiento ciudadano real a nivel mundial, nunca manipulado ni sometido al poder, y pertinaces los partidos han intentado controlar al mundo fallero, pero se autoorganiza y maneja en su propio criterio, y con su propia financiación: los falleros pagan su falla y su fiesta, y nadie más, por eso los progrecesados odian las fallas, porque jamás conseguirán hacer algo que no sea financiado: tendrían que trabajar.
Un niño coge una hoja de morera, y Valencia con los músicos ha dominado al viento, con las centuriaciones ha dominado al agua, con las fallas y la pólvora ha dominado al fuego, que le sirve para comerse una paella festiva, que no hay manifestación cultural más elaborada ni sabia en el mundo entero, las fallas.
Un niño coge una hoja de morera para sus gusanos y el agua, el fuego, la tierra y el aire están a sus órdenes, eso es Valencia: sin alharacas y sin afán de protagonismo, España come por Valencia y su huerta, y es alegre en la medida que lo es Valencia, y las mujeres son guapas, y primorosas, alegres y festivas, fiesteras y devotas, porque cuando era niño cogía hojas de morera para mis gusanos de seda.
4 comentarios:
Le ha salido a usted , Sr de la Galaxia , un bonito canto a su tierra , la verdad lo del colegio de arte mayor de la seda una pena, lo he buscado en internet , que no me sonaba .....es que la proteccion del patrimonio historico deja mucho que desear .
Buenos días Ignacio. Mmmm... Venta Pilar; lo apunto raudo. Gracias.Un abrazo.
¿Valencia esta entre Roncesvalles y Santiago? :P
Gracias Ignacio por este hermoso regalo, tan lejos del estúpido localismo de "La nostra terra".
Los chiquillos siguen con los gusanos de seda en las cajas de zapatos, pero no es lo mismo, ahora lo hacen en el colegio.En fin, menos da una piedra.
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