Antes de ser antiimperialistas furibundos, toda la progrhez eran furibundos fans de los beatles; despreciaban el flamenco y todo canto popular nacional, sólo los beatles, todo lo demás había de ser despreciado; de hecho con dos copas aun alardean de ello. La progredumbre en su zafia soberbia hace divinidades de cualquiera, el alarde de creerse por encima de los demás, tan preadolescente, los lleva a andar divinizando cualquier cosa en tal de encontrarse divinos de si mismos.
“No sabes la fortuna que nos costó mantener la pobreza de Ghandi ” comenta un hindú en tuiter, y yo lo leo.
Los beatles, tan divinos que se creyeron algo, encontraron la verdad de la espiritualidad en la india, y esa era la verdad y no otra; Ravi Shankar fué el gurú elegido para esa nueva teología de la nueva era del bitelismo, al cual todos por supuesto adoraron sin saber más. De tanta espiritualidad, y vuelta a las raíces de la tierra y el hombre y todas esas memeces de porreros cobardes, en cuanto pudo Ravi Sankar se fué a vivir a Los Ángeles, donde acabo muriendo.
Sus hijas andan por ahí. Anoushka Sankar, que también toca el sitar, ha grabado su obra en España, con productores de flamenco queriendo hacer una obra flamenca; porque todas las negaciones de la realidad y la condición humana que ha realizado la progredumbre, por donde las mires, acaban estallándoles en la cara.
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