Un hombre hace una obra. Hay quien no hace nada pero montan mucho ruido, eso también; pero un hombre hace una obra, y sólo una obra. Gaudí es el mismo en Astorga que en La Sagrada Familia; Torrente Ballester escribe una obra, y tal hace Santa Teresa o San Ignacio: que la veamos, comprendamos o entendamos es nuestro discernimiento, que no de la obra de quien se trate.
El encorsetar la obra en un formato: un libro, La Saga/Fuga de JB; un disco: Calle Real, una película: Blade Runner, sólo es una forma de comercializar la obra de alguien: esto condiciona a la obra siempre y el avatar de quien sea esa obra; muchos se pierden en la comercialización, demasiados se ahogan en la evanescencia de los tiempos con obras banales y miserables para satisfacer tiempos, industrias, comercios o banderías que en nada trascienden y todo confunden; si la concepción de la vida es protestante el designio máximo de la vida es ser rico, famoso y todo te es perdonado en cuanto más dinero tengas: la Jerarquía católica está cayendo en esa trampa: ellos verán.
El catolicismo nunca es de cara a los demás sino hacia uno mismo: de ese modo nace Bach y Gaudí, y de ese modo podemos leer a los grandes escritores españoles, porque no se elabora una obra buscando un rango social sino como manera de conocerse a uno mismo, como introspección, es una manera de rezar: y ése es el éxito. La evanescencia de mi generación en los ochenta no es por carencia de creatividad de sus miembros, sino porque en su propia esencia es efímero: como generación somos producto de la introspección y decidimos hacerla pública en tiempos de confusión, en formas musicales sobre todo: la chica de ayer está ahí y es innegable, pero no ha habido otra generación musical como aquella ni ha habido secuencia que pueda ser seguida: fenomenal, y ahí queda.
La que sí se puede seguir es la secuencia del flamenco, que aunque ha tenido su versatilidad comercial evoluciona volviendo a los rangos de pureza: nadie es guitarrista sin saber tocar la guitarra, ni es el espectáculo lo que define al arte: en sí mismo se perpetúa por enseñanza y educación y aunque haya siempre fantasías de éxito se fundamenta en el trabajo, el esfuerzo y la cualidad personal de cada uno.
El cante nace de la tierra y el trabajo del hombre: y tal es. En mi pueblo tengo certificados y estudiados cantes del trabajo y del pueblo: hablamos de martinetes y peteneras, y Buñol no es territorio flamenco pero vienen del mismo punto: del trabajo y el sudor. Los estudios que hace la universidad fechan el nacimiento de la etnografía musical en 1960. Vamos bien: el Dúo dinámico génesis de la cultura musical española. Y no es que ahora esté siendo subvencionada y fomentada la permanencia en la inmadurez de los jóvenes, no: es que la permanencia en la inmadurez de los adultos, de los padres de los que estudian eso, ha de ser justificada por todas las instancias posibles: para justificarse su propia vida destrozan la de las generaciones posteriores, y lo que puedan de la naturaleza de la cultura: se han de perpetuar en su enorme posesión de la verdad, y son la primera generación en la historia que deja menos herencia de la recibida: buen honor para la posteridad, si.
Un hombre hace una obra. A Vives le condicionaba la imprenta y el rigor académico de la época; ese mismo rigor correctamente aplicado genera el suicidio de J.K.Toole y el surgimiento de una formalización académica de todo lo que sea creatividad y conocimiento, que donde se pone en evidencia es en la pintura: cuando la pintura se desbanca del rigor sale la génesis y la creatividad en libertad, y ahora mor de la repugnante socialdemocracia sólo es arte si ellos deciden que es arte, y así se dilapidan enormes masas de dinero en el culto a la personalidad de cuatro zarrapastrosos; aun así persiste el vigor del arte: en el control de las imprentas y ediciones se ha basado un enorme aparato de propaganda con el cual deberías transigir; en el cine es más evidente: ahora la red da libertad: elabore usted su obra, que la gente le juzgará: ahora la pelea es controlar la red y por supuesto lo que hay en ella y como ha de ser “lo que debes leer”
pero esa guerra ya la han perdido porque la propaganda ya no sirve para nada. Alguien elabora su obra: el formato ya no es un libro o un disco o una filmación o una canción: el formato lo va a decidir el que la haga y la hará en su medida y valor, y una vez expurgada, debidamente, sea la historia quien juzgue, que no es mal juez.
El dirigismo estatista y el control sistémico de todo ha llevado esto a la máxima entropía, y ahora salga lo que salga, será adecuadamente nuevo: porque será nuevo al ser basado en la tradición y no en una historia inventada con un sistema de recalificación de los tiempos.
Vienen nuevos creadores: atento estaré porque puede ser bonito, y seguro que en principio será asombroso, pero lo que no será es novedoso: nuevos formatos darán lugar a nuevas formas y más expansión de la que ahora concibo, pero las nuevas formas llevarán los contenidos al mantenimiento, sustento y crecimiento en la tradición, y sólo de ahí creceremos. Todo lo demás es una falacia intelectual.
Y ni la capacidad de transmisión de la información lo permite, ni nuestra historia lo justifica, ni la realidad aconseja seguir permaneciendo en una fantasía elaborada de democracias perfectas de novelas de Tolkien, una economía de números insondables y deudas infinitas, trabajos sin fondo ni fin, ni impuestos ridículos para justificar satrapías, ni “ídolos” prefabricados por decreto del reverso tenebroso de la comunicación: la vida va en serio, y está empeñada en demostrárnoslo: todo lo que sea seguir por este camino es un error que sólo dejará tierra baldía y destrozos porque nada crea esto y todo destruye. Ahora empieza el tiempo de las personas y se acabaron los delirios populistas de masas.
Y ojo: una obra no es necesaria, ni mucho menos: hay astrónomos y astronautas, quien lo vive y lo cuenta y quien lo estudia; dicho de otro modo: La contemplación de María es la que Cristo juzga como la mejor parte, más que la acción de Marta.
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