La impunidad da alas al matonismo, a la vileza, a lo peor de la condición humana. El sentirse impunes es lo que genera peleas, crímenes, robos y abusos: ya pasó, ya está pasando. Que la satrapía constituida en hez y degradación de la especie se ha señoreado de la actualidad con impudicia y deshonestidad lo vemos ejemplarmente en todos los rangos y lugares con poder de la estructura burocrática impuesta ridículamente por F.Glez al servicio del Borbón en copia firme y respaldada de la tercera república francesa: Roba el Borbón y su familia, roba un alcalde de un pueblo que en vez de asegurarse la grandeza de su pueblo y sus vecinos los envilece y degrada: roban todos los ayuntamientos y los ciudadanos de derecho y asentamiento pierden ante el fragor de la oleada: la Ley de Lynch se impone así, por masas furibundas compuestas de individuos envilecidos, embrutecidos y degradados: en lo personal por una enorme carencia de formación, educación e instrucción; en lo social por una corrección política impuesta por propaganda que los degenera como personas, degenerando así al tejido social convirtiendo en normalidad lo que es una impudicia per se: si todos lo hacemos es lo bueno, quien no lo haga sea castigado a la muerte civil.
Demostró Kropotkin con una frase: el nivel de inteligencia de una masa es menor que la inteligencia del individuo menos inteligente de esa masa.
son fácilmente manipulables, y les gusta. Depravación.
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