El indoeuropeo: admitimos como hipótesis de estudio que hubo en algún momento una lengua unificada de la que derivaron todas; lo cual es el equivalente a asumir que no tenemos ni idea, pero con apariencia científica, y todo por negar el compendio de conocimiento acumulado y asumir la Torre De Babel y todas esas cosas; a veces hay que dejarse llevar por la sabiduría compendiada en La Biblia para poder comprender, hay que comprender demasiado a menudo que demasiadas cosas no comprendemos, para acrecentar nuestra humildad.
Pero como a todo hay que darle su barniz de cientifismo, que sólo es una pátina de tecnología que disfraza una absoluta sumisión al sistema, fundamentaremos todo en cualquier teoría que nos venga al pelo, y en caso de duda tenemos los mandalas, el karma y los chakras para poder tener un punto de fuga, siempre y cuando obviemos y neguemos al Evangelio.
Así que la lengua unificada desciende del indoeuropeo, del mismo modo que eran una raza común, homogénea, de la cual descendemos todos: el concepto de teoría lingüistica transfundió a todo, y su más conocido ejemplo es que es el referencial de la supremacía de los arios sobre todo lo demás.
Y con esto todo adelante; la supremacía se demostraba en todo, y los nazis, con la propaganda, magnificaban sus éxitos, ninguneaban o ignoraban sus fracasos, e intentaban cazar para la causa a los sobresalientes para justificar tal disparate; sus experimentos de eugenesia, tan en boga hoy día, sus proyectos y maquinaciones en la demostración de la superioridad de la raza, de todos son conocidas; el resultado es un montón de seres que, sabiéndose superiores, por tal magma de propaganda disfrazada de educación se veían ínfimos frente a la apabullante realidad, frente a la enorme génesis autopoietica.
Y por supuesto, como epítome, los cánones de belleza, de los cuales debían ser –obviamente- lo más elevado.
Y a pesar del enorme constructo de genéticas modificadas de hoy día, de partos a la carta e hijos por catálogo, la génesis de la creatividad sigue siendo un insondable, sin reglas ni adecuaciones, ni bellezas de canon impuestas por la propaganda.
Y con todo, ha sido un enorme éxito.
Todas las reglas de norma social, todo el magma de propaganda, todo el zeitgeist de ésta época va fundamentado en la misma base: el narcisismo.
La exagerada valoración de los propios logros, que vemos en todas las redes sociales (hoy he corrido tanto, hoy he hecho tantas flexiones) y la magnificación constante de las propias hazañas fundamentadas en una presunción de mejora respecto a sí mismos, no son cosas íntimas, sino universalmente compartidas, y jaleadas por los del mismo jaez: es narcisismo, en su grado más superlativo: y banal; no se busca una excelencia en cuerpo y alma, sino en una superación presunta de unos límites musculares, no en una mejora de la persona como entidad única; y ha de ser dado a conocer, para que la gente pueda jalear los logros inexistentes; este fenómeno, fomentado por la propaganda, y por los gobiernos, prohibiendo fumar, satanizando beber, y dictando hasta las normas del sexo, es el rasgo de los tiempos hoy día, el narcisismo en todas sus versiones, fomentado por el poder de la plutocracia, que en si misma, a la vez lo cuantifica como enfermedad psiquiátrica.
Eterna paradoja,
de números y leyes,
de los juegos sin arte, de sudores sin fruto.
1 comentario:
Es inmanentismo puro y duro, Ignacio. Muy en tu estilo y muy bueno, como siempre.
Orlando
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