El Conde Belisario fué el mejor general de la historia; y además con honestidad y honor. Sin género de duda, el mejor soldado y el mejor capitán, El Cid: con honor, honra, lealtad, más allá de la propia vida, más allá de la muerte.
Cervantes se batió contra el turco en el golfo de Lepanto; Calderón era otro soldado de infantería, como yo, como Garcilaso y San Juan de Ribera; García Lorca aberraba las cosmópolis y adoraba los Carmenes, como yo; como yo, era de pueblo y lector; Los Panero son de la última ciudad romana que existe: Astorga, tan de pueblo como yo de Buñol, sólo que en Astorga no tienen el nivel de malasombrez que adorna Buñol; en la nómina de repaso a lo que me habita y conforma está Paco de Lucía, Dorantes, Bolita, Dalí, los supraescritos y la enorme nómina de escultores de la imaginería sacrosanta; el Cristo de Mena, la legión y los tercios, los últimos de Filipinas y todos los soldados españoles; la nómina de mujeres que me sublevan siempre han sido fieles, a los suyos, a España, a sí mismas, y con decoro y sosiego, se han liado a tiros contra el invasor cuando ha hecho falta, sin arremangarse las faldas, sin alharacas ni esparajismos. Capitán Trueno y el Jabato, Mortadelo y Filemón, Superlópez, me confortan y organizan.
En el plazo de veinte años, los que haya por aquí tendrán como antepasados a Saladino, Abderramán, Fumanchú y el chino de los flanes, un magma aberrante de supuesta evolución, porque todos saben cual es la “posición correcta ante el devenir de la historia” o sea: saben el futuro cual ha de ser y nos guían: y además, dicen aberraciones de los profetas de La Biblia: lógico, ellos son los que saben la verdad. Pero la riqueza de la cultura que ha dado la evolución hasta éste momento se habrá disipado: ya lo están haciendo disolviendo en un magma de superficialidad y relativismo con presunción de ciencia o espiritualidad a la gente: adoran al karma sin saber ni lo que es, y todo aquello que tenga apariencia tecnológica lo denominan ciencia.
Mi historia es la de España, mi educación y mi lengua me conforman y me colocan en la adecuada línea del tiempo, que viene del pasado, me guste o no, y lo poco que puedo hacer es mantenerlo, mejorarlo en lo posible, y pasarlo al que viene detrás: en esto consiste la tradición: lo que hemos recibido, debemos devolverlo a la siguiente generación corregido y aumentado.
Y ahora, mor de la progrhez, vivimos en la hégira de la primera generación en la historia de la humanidad que va a dejar a los siguientes menos de lo que han recibido de los anteriores, y todo se suaviza en términos de relativismo y una pseudoideología de sumisión y esclavitud asumida.
Es el signo de los tiempos.
Ha caído Londonistán. Bin Laden, cuando dinamitó los Budas gigantes en la fatua declaró que conquistarían Europa con el vientre de sus mujeres: y además, cuenta con la sumisión, cobardía, entrega y colaboración de toda la gente subsumida en la vorágine del signo de los tiempos, la modernidad por decreto y la esclavitud por control burocrático total de todas las personas: a cualquiera pueden amargarle la vida: mejorársela, sólo a los burócratas.
Entre mis antepasados está El Cid. Entre los de los de la siguiente generación, Saladino, Fumanchú, Jackie Chan y Bruce Lee, y el anuncio de paseaba por la kasbah, que también hay que joderse, vaya tiempos de cursis, pedantes y pelmas, además nos condenan al aburrimiento.
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