El escrito se aferra y torce la senda: no hay final porque es el camino:
una novia antigüa, un lío indefinido; un amago de soledad
con restos de escritos, notas antigüas; acumulado a lo vivido
cántigas y endechas; un descanso en la noche, algo de verdad:
vida acumulada en la espalda; pensamientos sufridos,
noches en la barra; un plazo y un gesto, el llegar la mañana.
Una promesa vivida, un dolor aherrojado;
un misterio profundo, un pulso muy sentido,
una mujer de las que duelen; un desencanto jodido.
un escrito que no cuenta; que amaga lo vivido,
cuya mayéutica esconde el trazo recorrido.
Son copas vacías, con secretos escondidos;
son sentimientos ocultos, son las trazas del destino:
las variantes ocultas, la senda y el camino.
Es el viento helado en el que la tumba adivino;
un misterio profundo, un rezo compartido
en la profundidad del insondable infinito
en el que tu sólo ya te has convertido.
Es la tierra, el nudo en el olivo;
el viento que trajo el dolor tan sentido
lo quieras o no quieras, la leña y el destino
campos y paisajes: tu pueblo, el mío.
Una botella de ron, una cuadrilla de amigos
una paella con Juan, una sesión con cariño;
un arroyo que pasas que se convertirá en un río
y las piedras hablan; un hombre que es tu amigo.
La cueva oculta, el sentimiento escondido.
una chica que pasa: que jamás supo; un vino
a mitad de la mañana, una obra, un destino,
un clavo que clavas, y tu padre contigo:
ya tantos años muerto, ya todo está hundido.
El proyecto de casa, que abarcaba la cama;
los niños usados, el sentimiento vacío,
la infancia dolida: los baños, el río
en horas de clase, se llamó hacer novillos.
El seiscientos cargado, de ilusión y camino.
Una novia lejana, un sentimiento sufrido;
una traición evangélica, una venganza en sentido.
Un horror de ver la infamia, y el delito
de asumir el mundo que has vivido
no comprendiendo nada; no siendo admitido.
Es un escrito tan sólo, es palabra que queda
como plata brillando al fondo del agua
y ella se lava el pelo: con la niña pasabas.
Es una capilla aislada, una catedral abandonada
es tu casa y tu vida, no es nada, es divertido
caminar la mañana; una noche, es calor y es frío.
Es la letra indolente, es el trabajo y gemido
lamento que pones al filo
de esta historia que empieza, que no fue: que es, y que ha sido.
Es el proyecto y la casa, tu cuerpo y el mío;
es el placer y el rezo, la oración, el camino:
la senda infinita: Paco y el destino.
Es lo que nos conforta, sólo es un gemido:
Un arranque hondo queda aquí, así rendido.
…..y así concluye la Matemática Lítica.
Supongo que los Benedictinos celebraban el acabar un códice miniado; luego se pasó a celebrar ediciones: se redujo el número de las tiradas hasta que se empezó a celebrar el número de ejemplares vendidos; por razones de guarismos, la Matemática lítica tiene algo que celebrar, y así es como acaba la obra, que me temo que nunca acaba.
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