lunes, 15 de agosto de 2011

Adriano, Trajano, Hoya Fría, Buñol

No es nada personal” dictamina Vito Corleone sobre sus métodos mafiosos para mantenerse y acrecentar su poder: en base a esa objetividad elabora su vida; el Coronel Buendía se retira y dedica los restos de su vida a hacer pececitos de plata, del mismo modo que con una tiza en una pared Lezama Lima elabora Paradiso; en el mismo rango elaboramos la blogosfera a cada día: cada uno con sus pececitos de plata traza su raya de tiza en la pared del hiperespacio, que empieza en una pantalla y acaba exactamente en otra donde te asombras de que alguien desconocido te lea: la vida siempre sorprende, y nos encontramos siendo la enorme disyuntiva entre el astrónomo y el astronauta: después de cada odisea interestelar divagamos sobre ella: el astrónomo estudia las estrellas, el astronauta las vive; nosotros cuando aterrizamos la nave lo contamos: a veces, en mitad de una jornada paramos a decir algo que nos hace dar una reflexión y nos vuelve acrecentada; y el círculo virtuoso acaba generando una riqueza que es lo que nos conforma y condiciona, porque me definen más los blogs que leo que el que elaboro: más me conforman mis lecturas que mis escritos, y sólo soy la pantalla reflejando las lecturas acumuladas en el avatar de un tránsito lleno de peripecias, el producto del deambular de la vida, lo adquirido por aprendido y lo asumido por vivido, que vívidamente se refleja siempre en nuestra percepción de la realidad, que como todos sabemos, no existe: porque la realidad la hacemos cada día, desde que entramos en los tiempos; y ahora la tecleamos en pantalla; la iniciamos con bolígrafos y lápices en escuelas cuando la tv era en blanco y negro, y la continuamos en el ciberespacio, cambiando herramientas para perpetuar la condición humana, que nada realmente hemos inventado: sólo seguimos una secuencia que es la manera en que se perpetúa la tradición; vamos cambiando modos y formas culturales manteniendo el vigor de la naturaleza de la cultura, con la vigencia de la Roma clásica; vamos indagando la realidad desde la única perspectiva posible, en nuestra medida y condición, que al verse plasmada genera siempre una retroalimentación que nos enriquece: es la forma de pervivencia de la cultura; siempre la tradición que tantos quieren inventar ignorando que el avance es la forma de su perpetuación, más que modas y vicisitudes que pasan evanescentes no más allá de un momento: estamos imbricados en la realidad como los que se majan a palos en el cuadro de Goya, no nos lavamos las manos como Pilatos, que tiene casa en Sevilla con biblioteca, estatuas y bajorrelieves, y había inscripciones: las había traído de Italia el Duque de Alcalá, y impresionaron a Martí, Deán de Alicante, que lo contó por carta manuscrita a Montfaucon y excitó el ánimo de los Maurinos que estaban haciendo el compendio de la historia del mundo, en rango con la tradición benedictina y elaborando la cristiandad: el momento ilustrado lleva a Martí en 1704 al estudio de la Roma clásica como parangón de su realidad: estaba en entredicho por su condición austracista y necesitaba quedar bien con los Borbones: le confiesa a Mayans que le atraía Itálica, que había sido la patria de Trajano, y junto al arcediano de Niebla hizo venir cavadores de Santiponce para estudiarlo y dibujarlo.

Trajano era de Híspalis, Adriano era de Itálica.

La confusión no era sino una manera de halagar al poder, comparando para obtener el mecenazgo que tanto necesitaba, habiendo sido partidario del otro lado de la confrontación, y desliza el dato erróneo: la confusión ha pervivido hasta hoy, al no revisarse adecuadamente las fuentes. La diferencia entre Trajano y Adriano es la concepción del imperio; Adriano administraba con certeza y prontitud; Trajano se miraba en el espejo de Augusto y la Roma republicana apreciando y valorando al senado: le interesaba esa confusión al Deán Martí, y perduró.  Oficialmente, encontró El anfiteatro de Itálica, e imprimió su estudio en Antiquitates Illustratae, y así entra oficialmente en la historia durante la ilustración.
Martí, en su recuperación de favores de la corte, pone a Itálica en los circuitos de estudiosos y favorece la pervivencia del pasado en nosotros, que en vez de tener una correspondencia epistolar apalabramos cada día nuestra jornada en pantalla: esencialmente es lo mismo; simplemente actuamos como receptores y transmisores de la cultura; y gracias a la Isla de Siltolá también esa navegación pasa al acervo en papel lo marmolado en pantalla, aunque a veces estemos bajo fuego, como cuando en Itálica se pusieron a prueba los cañones, y el anfiteatro aguantó, y pervive a pesar de la enorme reutilización de las piedras habida; ahora vemos Itálica, leemos libros y leemos blogs, formando parte el trabajo editorial de la capacidad de transmisión de la tradición: porque somos hombres que venimos del pasado, y vamos hacia el futuro, considerando nuestra condición falible y tan sólo de receptores para transmitir lo recibido; somos la tradición, actualizándose para permanecer en su bondad y liberándose de rémoras; y somos modernos a fuer de ser tradicionales: “no es nada personal” dijo Vito Corleone; pero a la siguiente generación, Michael Corleone declara que todo es “algo personal” y la blogosfera es porque nosotros somos, y somos porque estamos en la realidad viviéndola y asombrándonos y contando nuestros asombros con mayor o menor acierto y celebrando el certero acierto de Siltolá al tener esta colección de tan sólida blogosfera y rotunda actualidad perseverante y permanente.

 

18 noviembre 2010.

1 comentario:

o s a k a dijo...

Sí, todo lo humano es personal. Pero el hombre puede deshumanizarse, la persona auténtica, puede enredarse en dinámicas destructivas.

El hombre no es sólo un instrumento de la tradición: además de ser una condición para la misma, es un ser destinado a realizarse. Y su realización depende tanto del grado de información que reciba y sepa transmitir a sus próximos como del NIVEL de VIDA y experiencia que logre alcanzar. La vida no está concebida sólo y únicamente para ser transmitida, sino también -y ESENCIALMENTE- para ser vivida.

En esencia, sólo puedo transmitir lo que he vivido. El hombre es una pieza del engranaje, pero una pieza libre, que tiene la capacidad desligarse del mecanismo humanizador (y de esta forma, aunque no lo perciba así, despersonalizarse; es decir, renunciar poco a poco -"el hombre muere despacio"- de aquello que le diferencia del resto de criaturas y le convierte en persona), pero que cuando conoce y asume su puesto en el proceso es capaz de todo lo bueno y mejor. Es pieza, elemento de transmisión, pero es ante todo un componente libre que encuentra en la experiencia de vida y en su interior los motivos por los que DEBE incorporarse a la tradición. Formar parte de algo más grande que él, que le alimenta y bebe de él, a un tiempo.

La tradición de todo lo bueno que hay en él sólo se produce cuando lo descubre, vive y asume como tal. Cuando se desarrolla y eleva hasta la condición de persona, que es libre y amable por entero, y está en condiciones de decir a sus hijos: "yo he vivido y es verdad. Toma y sigue"

gran entrada, Ignacio

n a c o
mercachifle