domingo, 5 de julio de 2009

Invocación

Si no es por el bien del clima, es por el bien de los demás, o por las generaciones futuras, o el bien social; siempre hay una invocación a algo mayor muy enorme que justifica la inane competencia y personalidad de quien lo dice; el más evidente rasgo hasta hace poco era cuando un imbécil decía sin venir a cuento eso de “yo, como médico” creyendo que así emanaba su palabra de una autoridad superior. Se evita de ese modo la toma de decisiones real y el implicarse en algo, aunque sea una metida de pata: hay quien está convencido de no haber metido la pata en su vida, e incluso alardean de ello: hay que ser imbécil. Todos nos buscamos siempre una autojustificación, y todos hemos tenido la soberbia del “bien mayor” “es por la medicina” “es por el medio ambiente” “es por la revolución” o “es por Dios” con una soberbia infame: ya, ni la ropa talar asegura nada, lamentablemente, ni siquiera la mínima formación humana ni la superación de la adolescencia, al revés, cada vez más la ropa talar es un escondite más que un acto de humildad.

El no asumir los propios actos y enmascarar ante todos (incluidos nosotros) las propias decisiones y actitudes en un bien mayor o una autoridad emanada ya demuestra la propia teología que es un grave error, no debemos hincar en eso, que tan sólo requiere estudio; el enmascarar absolutamente todo en algo lleva a la autojustificación, sea por la fe, la ideología, el dinero o lo que sea, y por esa secuencia, lleva a la enajenación mental: no soy yo el que disparó, es la patria, es la voz de Dios, es el clima, es la protección a la tierra: no tengo la culpa yo, lo hice por la patria: así, ante mi mismo no soy un asesino, como Norman Bates en su celda, que no mata la mosca, y así se demuestra a  sí mismo lo buena persona que es, que la culpa siempre es de otro.

Y así nos luce el pelo.

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