Todo tiene final: Kondratieff en sus ciclos encuentra un sistema para, dentro del sistema, justificar las oscilaciones del sistema que, sistemáticamente, le dio sustento y fama.
El tiempo pone todo en evidencia.
El sistema económico se sustenta en la falacia del crecimiento infinito: nadie dice que crece ni respecto a qué; pero hay medidas precisas y sofisticadas del crecimiento que demuestran su existencia o carencia con absoluto rigor: aunque sean sistemas de medida siempre cambiantes, siempre “revisado” y siempre falaz: tan sólo son una herramienta de justificación de un sistema fiduciario que ya ni sabe la razón de su existencia.
Una vez puesto en evidencia, el sistema muere matando.
Fomentado el servilismo al sistema por los movimientos teledirigidos de partidos, sindicatos, ong, quinceeme, liberales y toda alharaca jaleada por el sistema en su corto recorrido, han puesto en evidencia su absoluta carencia de fundamento: la suprema ignorancia analfabeta ya se pone en absoluto ridículo cuando, carentes de todo argumento y razón recurren a la pedantería para intentar seguir engañando a la gente; así, “empatía” “asertividad” “positivo” y ya el supremo argumento pluscuamridículo “visibilizar” Todo, en tal de no asumir que lo bonito de vivir es descubrir las cosas “cuanto daría por volver a leer por primera vez La isla del tesoro” me decía M. Bahon; porque lo bonito fue leerlo por primera vez y ese deseo ahora nos une y nos llena de nostalgia: pero instalarse en una perpetua situación infantil sería patético; inventar el mundo adolescente con más de diecisiete años es ridículo, querer instalarse en la absoluta adolescencia, deplorable.
Pero lo hacen así, en nombre de la cultura, gente que jamás ha estudiado, ni leído un libro, ni trabajado, pero por su maldad manejan presupuestos, publican libros: cuanto le debe la satrapía a los correctores ortográficos de los ordenadores.
Cuanto necesita el conocimiento de la humildad para poder existir.
Todo tiene final: lo entiendes al llegar a Santiago, aunque desde Roncesvalles ni lo imaginas, pero llegas, y se acabó. No hay un sistema infinito de nada, ni nada que no tenga final, todo aquello que no tiene final no es más que una estafa en la cual el mal haya asiento y acomodo; todo aquello que se mantiene en su propia concepción argumentándose en un ciclo infinito lleva al mal, todo sistema “perfecto” es en sí un engaño.
Caín mata a Abel por la espalda. Dios no lo mató, y Caín sigue vagando por la tierra ignota. Caín mata a Abel por la espalda cada día, todos los días.
3 comentarios:
Y por qué Caín mató a Abel?
Porque antes Dios cometió la arbitrariedad injusta de despreciar las ofrendas de Caín, de tener un "elegido" y un "reprobado" originales. Pero Caín, a diferencia de Jacob, en vez de tratar de matar a Dios como hizo Jacob y como hace un hombre de verdad, prefirió el sistema de la justicia vicaria - me vengaré en su preferido-, cuyo último fruto es esa repugnante ceremonia del "otro" que paga por mis obras. Esa irresponsabilidad permamente, ese escudarse en el sistema nace de la justicia vicaria, de aceptar el absurdo delirante de que si asesino a un inocente yo seré perdonado, sistema cuya vileza y cobardía esencial es imposible de superar.
O sea: que Caín inaugura el victimismo y el vaginismo imperante en esta sociedad, "como soy la víctima tengo la excusa para hacer lo que yo considere" discípulos tiene eh, tiene.
Los antiguos eran, desde luego, mucho más machos que nosotros. El cazador mataba a la bestia terrible, y entonces comprendía y se ponía su piel y honraba su nombre para siempre.Y sabían que Dios era el matador, así que había que aceptar el envite y matarlo a él y entonces hacerse uno con él.
Dice el cuento que Dios y Jacob empataron, tierna ocultación.Lo que pasó es que Jacob y Dios se dieron recíprocamente al mismo tiempo la estocada mortal, y claro, entonces sus ojos se fundieron para siempre. Pero la ascesis macho, para desesperación del pobre dios, que sólo encuentra miserables adoradores serviles que no quieren combatirle, hace tiempo que desapareció de la tierra, salvo para algunos que, no sé porqué, nacimos con ella dentro como la cosa más natural del mundo.
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