París lo liberó de los nazis un tanque español, que llegaron al arco del triunfo, aparcaron y se bebieron una botella de vino tinto que llevaban desde España. Me lo contó, anciano, uno de los del tanque en Burriana, de donde era. De los nazis liberó Paris la infantería española a los franceses, aunque la propaganda insistente de los americanos quiera atribuirse el mérito, la verdad es la verdad: españoles, el tanque se llamaba Rosita. Edith Piaf se había ido de gira y le pilló en Toulouse cuando fué invadida; los comunistas, en su rigor decidieron que los nazis defendían mejor “al obrero” y se pasaron todos sin excepción al partido nazi, para abandonarlo cinco minutos después de acabar la guerra y elaborar toda una propaganda de ocultación de este hecho con una fantasía de oposición al nazismo que es de chiste.
La infantería española fue la primera en entrar en Paris.
Tanto Hitler como su aliado Stalin pretendían elaborar un nuevo sistema de rigor mundial que sería lo mejor que vieran los siglos: para ello, se dedicaron a destruir la religión de las personas, elaborando un nuevo sistema religioso antropocéntrico: más evidente en los nazis, más solapado en el comunismo, y atacando a las personas en su identidad e individualidad para que formaran parte de la gran trama del estado que querían imponer los nazis, que impusieron los comunistas.
Que ahora sufrimos en España.
Se ha destruido todo el tejido industrial español, por la “reconversión industrial” y la cabaña ganadera se ha ido a pique por las cuotas europeas; la agricultura ha sido sistemáticamente machacada con planes y subvenciones que han destrozado su vigor, la pesca depende de lo que dicten los führers de la unión europea: no hay pesca.
Pero eso si, somos muy modernos y muy europeos, somos más europeos que ninguno, parecemos argentinos de lo europeos que somos.
Pero la tienda del barrio ya no existe: ni la panadería, ni la carnicería, ni la peculiaridad diferencial de las morcillas de mi pueblo al de al lado, todo ha sido “normalizado” entregando la distribución de comida a grandes corporaciones: mercadona se establece así como la cooperativa koljosiana.
Ya no veréis placas por las calles de “medico” “arquitecto” o cosas así: todo subsumido en grandes corporaciones de manera que se ha industrializado hasta el esquema de relación con el médico, una de las cosas más necesarias en la vida de la persona: como un coche, la maquinaria ha de funcionar de determinada manera, si no, a la chatarra.
La propaganda ha despersonalizado a las personas hasta en sus relaciones íntimas, “normalizandolas” la propaganda quiere destruir España, porque nuestra comida –que la famosa dieta mediterránea es la manera de no querer decir comida española- es buena, pero….hay que comer de manera que sea lo mismo en cualquier lugar del mundo; hay que vivir en pisos y no en casas, como en cualquier lugar del mundo, hay que acabar con los pueblos para que se viva en urbanizaciones, estabulados según nivel económico, como en cualquier lugar del mundo, y por supuesto el relativismo, la cursilería y la apariencia de bondadosismo lo han de impregnar todo: si hasta hay gente que dice de prohibir los toros, menuda estupidez.
Universalizar hasta los comportamientos como pretende la propaganda es algo que será bueno para las corporaciones de la plutocracia, pero que anula a las personas, su identidad y su vida, y de ser gente plena con vidas plenas se pasa a ser productores, ciudadanos, compañeros, lo que sea menos personas que se desarrollan en su vida y medida: y esta es la verdadera invasión.
“Han cortado las comunicaciones: sólo puede significar una invasión” dice Amidala, enfrentándose a la todopoderosa federación de comercio que es la base de las guerras clon. Lo que no os dicen de la ley Wert para creert es que mantiene todas las regulaciones para controlar la red y lo que se escribe en ella, que elaboraron las vaginistas del gobierno de José Luis Rodríguez “El puma” y esto es, en sí mismo lo más preocupante.
Nada de lo que está pasando es casual: con el concurso activo de la estupidez, estamos perdiéndolo todo. Y hay demasiado idiota colaborando.
La infantería española permanece.