Un tahúr depende de
que el valor de las fichas se haga efectivo fuera del casino. El se considera
estupendo, juega bien, quizá ha ganado: esas fichas han de hacerlas efectivas
en el casino; o sea, darle dinero a cambio de ellas para que pueda ir a la
mafia y pagarle el dinero que pidió prestado para ir a jugar, más los
intereses, desmedidos, siempre: los usureros de la mafia no son piadosos.
Ningún tahúr jamás ha
hecho fortuna: momentos de gloria como espuma de cerveza, y olvido al salir el
sol.
España no es un país de
jugadores: la lotería, que era libre de impuestos y un beneficio nacional; la
once, que servía para algo, y partidas de dominó y juegos de casino: lo del
vicio siempre ha existido, pero siempre fué muy minoritario.
España depende de que
Alemania decida validar su dinero ante el jefe de la mafia para poder
funcionar: el hambre y la desesperación se apropian de nosotros, como yonkis
ansiosos. Y nos han partido las piernas, nos tienen con las manos atadas, y
dándonos palizas, y aquí encima aguantando a cuatro petimetres jugando a ser
grandes financieros, porque dicen palabrería vacua y se ponen traje y corbata,
y juegan en bandas organizadas, que se someten al primer mindundi que pasa.
Abandonemos el juego,
paguemos las deudas; azadas, y a ganarnos el pan con el sudor de la frente: al
menos pan tendremos, y dejemos de financiar las ínfulas de grandeza de tanto
haragán, el latrocinio de tanto demagogo y las memeces de tanto cursi.
1 comentario:
Razón, rezuman tus palabras.
A construir canales y zanjas, que es "Oficio Olvidado".
Mejor, busquemos el pan y...
Menos "Barricadas".
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