En la mayeútica del tiempo se aloja lo que no os han contado; lo que todos saben, lo que de darlo por supuesto es ahogado. Al acabar la guerra civil hubo fusilamientos, dicen.
Al acabar la guerra civil había agotamiento, certifica la realidad. Los que habían vencido callaron; el combate siempre es cruel y no te deja para alardes ni tonterías: todos querían olvidar, todos: y no hubo problemas reales entre vencedores y vencidos más allá de los propios, y aun estos muy atenuados: el rigor católico de los vencedores evitó una masacre. Y los combatientes, llevan las mismas llagas – los que sobreviven, claro – y da igual el bando, y entre ellos los he visto y me han contado una misma batalla desde ambos bandos dos personas, tan amigas, contándose como se disparaban el uno al otro: se conocieron tras la guerra, y para ellos no fue importante el bando.
Lo importante del bando, los que alardean, y los que lo hacen bandera son los que han cambiado de bando, o los tibios que han intentado mantenerse al pairo de los tiempos: el tibio y el que ha cambiado de bando necesitan certificar en el nuevo régimen su adscripción, vehementemente siempre, para que no les afeen su conducta anterior y no los coloquen en el lugar segundón y apartado que merecen, por su condición despreciable. Esos, que no han tomado partido más que por el ganador y en nada se han mojado, cuando no han sido directamente el enemigo, son los que necesitan masacrar a quien puede dar fe de su condición anterior: de enemigo, o de tibio; y eso les impediría alardes, por los que esos son los que tras la guerra hicieron maldades; esos son los que a cuarenta años de muerto Franco son antifranquistas y los que alardean de demócratas; esos son los que al siguiente cambio de viento husmearán la tendencia hasta saber fijo a dónde apuntarse: eso son los cobardes, los que genocidan, los que desprecian, ningunean y hacen de lado, los que copian y los que destrozan famas, vidas y lo que sea para no descabalgarse de su ansiedad de ficción y notoriedad: no son, parecen, y para mantener su parecer si hace falta hacen lo que sea: esos son los cobardes, esos, son los que hay ahora.
La segunda generación crece en un ambiente de miedo y prepotencia a la vez, engolados y petimetres, crecen en un magma de falsedad; siempre la segunda generación son los más vehementes: los franquistas más acendrados eran los que no habían vivido la guerra, como mucho de niños sin enterarse de nada. A la tercera generación son carne de supervivencia, tibieza y maldad; raro es el espécimen que no se subsume en la oleada del tiempo, mantienen el vigor familiar: así, la hez política actual.
Ahora, se ve: tachan de tuiter, bloquean: niegan la palabra a quien no es de la oleada de la corrección política: siguen actuando conforme los principios de la propaganda, siguen anclados en los setenta: creen controlar los medios de comunicación y propaganda: controlan la prensa, pero cada vez menos la opinión: opinión que no es libre en la red, se evidencia enseguida, y cada vez más gente está más informada y con opinión mejor formada: la presión de la propaganda que la extienden a las redes sociales ya no funciona: no se sigue a los políticos por sus opiniones sino para insultarlos mejor, y ellos siguen creyendo que están transmitiendo consignas y que el pueblo los lee con atención y se crecen en su importancia: bien instalados en una realidad que pudo ser en los ochenta, pero que ahora ya no es, y nadie los descabalgará de su idea de sí mismos por mucho que la realidad se imponga: creen que con bloquear en tuiter a quien les afea la conducta evitan el problema: no sé qué de un avestruz escondiendo la cabeza en un agujero. Ya no pueden demostrar las mentiras de la propaganda sobre la que se sustenta el sistema porque ya no se puede silenciar ni opiniones, ni historiadores: y ya no vale el denigrar al que cuenta la verdad, el ninguneo y el desprecio porque la gente que quiere saber, lee, y no desde luego atienden a la propaganda: por buena que sea, y la hay muy buena y muy elaborada, ya no cuela porque lo que no nota uno lo percibe el otro y la gente lo cuenta y las composiciones de lugar fundamentadas en mentiras y falsedades ya no cuelan por ninguna parte: temen a la red en la misma medida que temen a la verdad, porque tendrían que enfrentarse a la realidad que tan bien han enmascarado con el dinero del botín, pero ya no pueden esconderse en ninguna parte, porque o cierran internet ( y ya la Pajín de ministra elaboró un proyecto de ley sin ninguna oposición por el pp) o todo lo que suceda si no se atiene a la verdad será puesto en evidencia, por muchos ghettos económicos y fiduciarios a los que condenen a los certeros, por mucho acoso estatal que nos hagan, por mucho que nos presionen, la verdad se impondrá, porque no puede sostenerse un sistema fundamentado en la mentira, basado en la falsedad, entregado a la estulticia en beneficio de una plutocracia siniestra. La gente ya no lo soporta, y todos saben que no están solos.
1 comentario:
Zopenco, lo tienes que compartir con los demás si te lo guardas pa ti, los petates como yo ¿que hacemos? comparte el saber y no seas egoísta... el curro.
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