viernes, 26 de abril de 2013

Rodearon el congreso

 

 

El catolicismo es España. De niño iba a misa con mi padre: nos colocábamos en las últimas filas, entre la puerta lateral y la pila bautismal; cuando la gente se sentaba, mi padre se escaqueaba volviendo al punto de la consagración; cumplida la misa, sociedad en la puerta, y al bar. cuando había procesión la norma no era salir en ella: tampoco era excepcional, pero no era habitual: cada cual sabía cuando procesionaba porqué lo hacía; lo único de rigor para los buñoleros era acompañar el Santo sus viajes de la ermita a la iglesia. Todo está ahí, siempre: las mujeres cuidaban los detalles, engalanaban el Corpus, pasaban los santos en hornacinas de casa en casa: se veía pasar la procesión, siempre; participaban los que participaban.

El catolicismo es España: ha de estar ahí, y ahí está bien; cada cual lo usa a su albedrío y allá te apañes: se saben las bases y fundamentos y conforme pasa la vida indagas en tu medida y rigor, sin alharacas ni militancias. El cura está ahí, y ahí está bien: la papolatría que se quiere infundir por propaganda hoy día es ajena a España. Con el cura se habla: con cuidado y prevención, hasta en confesión. El clericalismo y la papolatría nos son ajenos: si no son curas trabucaires, pocas confianzas. Las cofradías y los nazarenos existen porque los curas los echaron de los templos: perduran a pesar de los curas, perdura la Semana Santa en España. No pudieron prohibir las saetas, pero lo intentaron. Ahora lo asumen, pero echaron a las cofradías.

Intenta la hez burocrática montar los gérmenes de su propia perpetuación: a la vez que están incardinados en el sistema generan movimientos de ruido que a la vez que justifican al sistema creen que de haber un cambio los certificará para el siguiente régimen: la algarabía montada con lo de rodear el congreso justifica al régimen a la vez que justifica a un sector para su propio afán de protagonismo: por eso ha sido tan publicitada.

Pero las personas lo son una a una: sólo cuando salgan de casa, rosario en el bolsillo, una a una, por su propia decisión, convocados, pero no obedientes, y rodeen el albañal de los diputados, la Moncloaca, o el Palacio Real con un ocupa usurpador, será el momento en que se den por perdidos: cuando el pueblo en silencio sin algarabía ni esparajismo en silencio los rodeen sin afán de destrucción, en silencio, sabrán que han perdido todo, y que España les ha vencido otra vez: reaccionarán con la máxima virulencia posible, pero eso será el final del sistema: porque cualquier movimiento organizado sólo es una justificación del sistema; el plástico sistema Español de la cultura hará que por convocatoria vayan a echar a los impostores, a la vez que van dispuestos a morir sabiendo que esto no hay quien lo soporte y que hay que dar la vida por España, no matar a nadie, y a esta hez echarlos, desposeerlos y maldecirlos hasta las puertas de los infiernos.

Porque no es una cuestión de fe o religiosidad: es una cuestión de carácter, igual que nos gusta el Cristo de Mena y nuestro Santo del pueblo, y los más furibundos anticatólicos respetan las estampitas de su madre, iremos, los circunvalaremos, en silencio, y estarán muertos; porque estos orcos de la realidad no conseguirán que España sea un país de zombis, y a nadie engañan con estos numeritos organizados de rodea el congreso o de la peste borbónica.

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