La impunidad es el delito: como mecanismo de mala educación y carencia de toda luz en la inteligencia, cuando hacen una maldad persisten en ella; aunque se vean pillados, lo mantienen, y avanzan en ello: destrozarán todo lo que haya a su paso, y se justificarán porque “lo hacían por un bien mayor” o “es que yo soy así y tengo mucho temperamento” y aunque en su arranque de ira, envidia, odio y cualquier actitud que solo evidencia la carencia absoluta de toda razón, y el deseo de imponer su criterio sobre ninguno, hayan dejado muertos, se autojustificarán. Es el origen del mal. Es la estupidez sublimada: que se crean vencer no les hace inteligentes, siempre serán más las cucarachas que los hombres; siempre serán más los tontos que los lúcidos.
Enmarañan todo, ensucian todo, cogen un trozo de la verdad y lo manipulan para sobre ello hacer un constructo sobre el cual engañarse a sí mismos, y acaban tan presos de su propia falacia que creen creérsela: es lo que se llama engañarse a uno mismo.
La socialdemocracia repugnante ampara estas actitudes: la difamación, la mentira, el engaño, tienen cabida siempre y cuando entren dentro de lo políticamente correcto: la verdad está proscrita.
Y los mecanismos de propaganda no hacen sino amplificar el mal hecho y provocar la amplificación del mal, con la justificación aparente de combatirlo.
Y luego el ninguneo y el desprecio social.
[Paréntesis: Predicciones de futuro:
Empezaron los progres con sus muletillas ¿recordáis? hagamos memoria: era en principio eso de “esto es así como muy….” luego, ya entraron con el “a nivel de….” siguieron con el famoso “eso ya está superado…” y todos esos mantras de autoreconocimiento tribal y denuncia de carencia absoluta de cerebro; vale, pues la profecía es que en breve, si no ya, el mantra de moda es sobrevalorado “es que XXX está muy sobrevalorado” siendo XXX una persona, una idea, una situación, una persona, un oficio, una actitud un momento o cualquier cosa.
Se admiten apuestas.]
Es la impunidad lo que hace que los políticos sean tan indecentemente indecorosos, tan repugnantemente soberbios, tan descaradamente malévolos; es la impunidad lo que hace que hablen de los pescadores del Alakrana con esa soltura, objetualizándolos ya, para poder hacer que se olvide: como pasó con los forestales de Guadalajara, como tantas otra cosas: obediencia al comité central, y culto a la personalidad: al a que haga falta, la que nos manden que para eso estamos: un ejército de Orcos, es lo que compone la realidad.
Es la impunidad la que permite que el sistema judicial sea tan indolentemente gandul y tan soberbio; es la impunidad la que hace que el sistema educativo no sea sino un sistema de adocenamiento y control social aberrante: es la impunidad la que exhibe el asesino de Pamplona que mató a la enfermera: “soy médico” lo cual me da impunidad. ¿O alguien cree ya que era inevitable alguna muerte en cualquier hospital?
Nadie tiene confianza ya en nada. En absoluto. Es imposible tener confianza en nada. Quieren quitar la esperanza a la gente.
Y me niego a explicar lo de la conferencia episcopal: con su actitud demuestran que la fuerza de la fe es poderosa: a pesar de esa jerarquía, la gente sabe quien es y cual es su cultura, porque hacen todo lo posible por alejarlos de sus raíces. Son impunes.
Es un sistema que garantiza la impunidad a todo aquel que justifique la existencia del sistema: le llaman democracia, pero es un perverso constructo opresor, totalitario, dictatorial, opresivo, y malvado.
Como tanta gente que lo representa.
1 comentario:
En la primera parte, pensaba que hablabas de La Cope y de El Mundo. ;)
Por lo demás, siempre que incluyas al PP en el "rubro" (éste palabro también ha venido para quedarse) "Socialdemocracia", estoy en general de acuerdo.
Lo peor es que cada vez se preocupan menos de guardar las apariencias. Pero la impunidad es necesaria, si no, habría que aplicar la Ley (por ejemplo, la Constitución y la Ley de Partidos) y disolver todos los partidos políticos, empezando por el PSOE y el PP, porque no son democráticos.
Ya se sabe en queé consiste todo: qién hace las listas.
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