Del diario de la Camarada Seminova:
un profesor de medicina evidentemente necesitado de unas sesiones en el koljós “Noches del Ártico” intentaba apabullarme, me dio los datos necesarios para urdir la trama: aunque era a largo plazo, fue lo único que pude tramar en aquellos días. Debía mantener mi estatus de científica fría y desapasionada; pero eso no constituía ningún problema. Para mí; al papanatas lo llevaba loco.
Pretendía alertar a la comunidad científica de lo espeso del humo de las chimeneas de las fábricas, buscando maneras de hacerlo menos espeso. Le parecía grave para cuando jugaba al golf. Como un mujik acosado, mi cerebro revolucionario comprendió que atacando la estructura fabril del enemigo minaríamos sus defensas; no debía ser una acción abierta sino hacer que el propio enemigo atacara sus estructuras;
……
Ha picado como un tonto, que es lo que es: esperemos que llegue a ser útil. Debe llegar a la conclusión de que el humo de las fábricas quita el frío del aire, y por tanto hará que la tierra vaya a la catástrofe si el mundo científico no hace nada por evitarlo; en un momento en que el imbécil se creía un hombre, en el despacho del hospital, le ha comentado que a lo mejor le servían de algo unos papeles que había cogido al tuntún en el despacho del medico que le arregló primero en Moscú;...“había cogído unos papeles....” en el policlínico 13; pero no sabía que significaban, enrevesados, para ella.
La comandante Seminova está en la base de todo el momento actual, siempre a la vanguardia, siempre en la Revolución, todo un ejemplo a seguir.
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