Y hoy es San Martín.
El invierno nos caerá encima, súbito, y con grandes esparajismos: antes simplemente hacía frío, ahora son olas de frío, o ciclogénesis, o nombres rimbombantes y presuntamente cientifistas para todo, porque al no haber evolución del conocimiento hay que inventar nuevos términos para poder justificar un eterno progreso que no sólo no existe, sino que está sumiendo a la gente en la superstición, con el fragor de los medios de propaganda que cada vez menos son de comunicación y más de sumisión: y la de tonterías que dicen a todas horas.
Nos caerá el invierno como siempre, y tendrá su cierre, como siempre: la noche todo lo esconde, y el invierno es la noche, y en ello andamos.
Y la superstición más arraigada, la democracia, está montando su espectáculo de grandes proclamas y dignidades ofendidas para justificar el paripé al que llaman elecciones: sigue mandando el dinero, seguimos bajo la sombra del mal: de la llamada cuestión catalana, que no es más que cosas de una cuadrilla de soberbios de Barcelombia, lo que nadie dirá es que la sentencia está dictada: Rotschild ya ha dictaminado, y eso, es lo importante, lo demás, campaña publicitaria para guardar su discreción.
Y el que crea otra cosa está muy equivocado.
Aquí bajo el estigma de la modernidad y bajo la superstición de la democracia, todo, por todas partes, se ha entregado al dinero; y aquí, adorando al becerro de oro y anhelando una vida cómoda en Wall Street con ensoñaciones personales inducidas por la propaganda, la gente cae en la ruindad y la bajeza de una manera deleznable: todo en sus vidas es tasable por dinero, y nada más ven: nada más obtendrán, y además, muy poco.
Las elecciones ya están decididas, y el cambio de la sacrosanta constitución también: se trata de que se funcione como en usa, con sindicatos mafiosos, dos partidos descafeinados y una corte corrupta entregada a los mantras de la plutocracia. y nada más: el que no quiera ver, no ve.
Todo eran ensoñaciones pueriles de modernidad y primaveras de flores en el pelo, pero llega el invierno, porque el invierno siempre llega.
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