Iba a doctorarse: ni sabía el tema, ni sabía qué iba a desarrollar, pero el doctorarse en Enfermería lo tiene muy a gala: estaba en ello, porque puede, aunque no sabía ni en qué: pero es que la enfermería es una ciencia, aunque no supo definirme clasificación, ni rango, o taxonomía, ni, tan siquiera, objeto de estudio, pero iba a doctorarse; no es un éxito aislado: la prensa dice que las enfermeras podrán hacer recetas; lo cual, pues tranquiliza, ¡como no! desatado el disparate, corra el agua por todas las tablas, y aquí impóngase el poder de la burocracia clientelar sobre la cordura, que no otra cosa es: una vez ya en marcha, la vieja aspiración de los psicólogos de hacer recetas, pues cae por su propio peso: y la aspiración, desde su fundación, de la facultad de Psicología de Valencia de tener una licenciatura en parapsicología, sea adelante también: así, en los ambulatorios, te echarán las cartas, te alinearán los chakras y pondrán diecisiete velas en cruz, en honor a Babalú: moriremos enfermos de espanto, pero con el aura impecable.
Si ya el ego, el impostado papel, y la apariencia, deleznablemente copiada, de series de tv de los médicos en los hospitales es vomitiva, a partir de ahora se doblará la dosis: de impostación y apariencia, que no de conocimientos.
Va adelante el disparate: los efectos son, per se, letales, la Universidad española es lo peor del mundo, y facultades de medicina que eran modelo y primor, ahora andan por detrás de las peores del tercer mundo; la atención sanitaria es deplorable: seguramente haya que hacer doctorados en bedelería, y también doctores camilleros y doctoras limpiadoras, porque el rango y el título que sublime el ego es lo que vale: la profesión, eficiencia, eficacia, el buen hacer, la discreción y el ejercicio de la medicina es lo de menos: es el sueldo que te da el rango, y no tu calidad, y en ello andamos.
Imagino que el único doctor que lo es sustancialmente, aberraría esta situación, pero de Santo Tomás de Aquino ¡hace mucho tiempo! y yo no soy moderno: no vale el estudio, sólo el papel que te da el titulo de algo.
Apañados estamos.
Cuando empezó la titulitis en los ochenta, Forges saco un chiste, de conversación entre un atildado de chaqueta y un pastor con borregas
-Escuche, humilde pastor….
-De eso nada: licenciado en bucólicas.
Me doctoraré en bucólicas, titularé en églogas y ejerceré de misántropo: espero a cambio de ello un sustancioso sueldo, lo del ego no lo llevo de serie, pero exigiré tratamiento, y poder hacer recetas, como no.
Esto va a ser muy divertido.
No hay comentarios:
Publicar un comentario