Volvieron a cambiar la hora, porque no consiguen que el tiempo les obedezca: por más que quieran mecanizar el tiempo y ajustar al hombre a ritmos mecánicos y pautas definidas, el tiempo es cambiante, y conforme a ello el hombre hizo el tiempo adecuándose a la tierra, a la vez que adecuaba la tierra a su uso: y así evolucionó la cultura, hasta que mor de la modernidad había que modernizar el tiempo, que no era moderno, y empezaron los meses ridículos de 1789 de nombres espantosos: más quieren negar la religión como vertebra genética de la cultura, más se pone en evidencia la imbricación del hombre con la naturaleza, y no con los neones carísimos de ciudades que quieren ser prodigios de modernidad y sólo son estercoleros de hombres donde
la luz es sepultada por cadenas y ruidos
en impúdico reto de ciencia sin raíces.
El hombre se imbrica en la tierra culturalmente y elabora el tiempo, el trabajo, el ritmo, y el compás, al ritmo de las horas. Mientras no actuemos así, estaremos siendo piezas de un mecanismo industrial en el cual el hombre no es más que una pieza, el agua y el sol un “bien” del cual sacar dinero, y la vida una herramienta para uso del mal.
El tiempo.
La vida se acorda a la tierra y eso es el tiempo; mientras acordemos la vida al tiempo, lo estaremos perdiendo, y dilapidar tiempo es dilapidar vuestras vidas.
Explicada está la justificación del cambio de hora, aquí, y el ritmo natural del tiempo, el compás, el ritmo y el trabajo, aquí.
Sigan copiando esos textos justificando tesis, periodismos, y alardes de zafiedad pedante en la universidad; el original, persiste.
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