Los perros se echan a la sombra con la lengua fuera. Esto en latín se dice canícula.
La estrella más brillante es Sirio, del Canis maior, que tenía en Roma su orto helíaco a mediados de julio. César colaboró con un astrónomo de Alejandría para actualizar los cálculos que servían para predecir las inundaciones del Nilo: La ruta del orto de Sirio se va un día al año por ciclo, por lo cual había que ir ajustando el tiempo de la canícula hasta que con los cambios del calendario la cultura da la fijación precisa en España: la canícula es de Virgen a Virgen: de la Virgen del Carmen a la Virgen de agosto.
El calor que estamos pasando nos vincula directamente con Ptolomeo, Cleopatra, todas las dinastías Egipcias, Roma y los calendarios, y la evolución del estudio de la astronomía hasta que en Valencia el Padre Tosca fija el ciclo pascual tal como lo conocemos ahora.
Desde que los egipcios avanzaron hasta Roma, que tiene mucha enjundia porque lo hacían de lado, pasamos por las Thermópilas y Roma, Lepanto y Empel, La ley Augusta y el cainismo como norma y sazón, y la vida ha elaborado un artefacto de supervivencia y pervivencia cultural que ha sido el repositario del conocimiento acumulado y nuestro deambular, y ahora en rigor de un cientifismo fundamentado en rituales vudú y tonterías de sobrecillo de azúcar se inventa cada día la realidad a golpe de novedad, de estupefacción, y de proclamas de la advinencia del fin del mundo, ahora todo se quiere empezar de nuevo porque tras la siembra de la confusión todos quieren apalancarse el botín y luego “pasar página” y nadie quiere humillarse y reconocer sus errores, sus robos o latrocinios, sus flaquezas o sus sumisiones, y en eso se está fundamentando este horror de época deplorable que condiciona todo para todo y para nada vale: pero eso sí, con mucho control todo.
Entra la canícula: se adelantará el invierno, y va ser muy duro; todos hemos nacido, y todos vais a morir: en el mientras tanto, os van a hacer pagar muy caro todos los errores de la recua deleznable que nos gobierna y sus acólitos: sean por siempre malditos.
Porque la vida siempre se abre paso, porque en las grietas está Dios, que acecha, no van a salirse con la suya estos mangurrinos que nos venden como esclavos “capital humano” le llaman ahora para negarnos la condición de personas y así defenestrarnos mejor.
Entra la canícula: me miran de soslayo las espigadoras de Millet mientras rezan con la cerviz doblegada por el sol sobre la tumba de un niño muerto: entra la canícula.
No hay comentarios:
Publicar un comentario