Pese a la imposibilidad, si se pagara la deuda no habría acabado la crisis.
No hay una crisis fiduciaria ni económica. Los problemas de rango fiduciario obedecen a un esquema de organización de un sistema plutocrático de control y sumisión de la población, nada que ver con la realidad: el sistema se idea fundamentándolo en un mecanismo mundial de absoluto control de todo y su distribución. Este mecanismo de relojería que ideado y en un folio roza la perfección se fundamenta en la negación de la realidad; la concepción de la tierra como un único cortijo cuya producción se distribuye en el establo, y todo a un ritmo métrico y fijo, niega la realidad y niega al hombre: y adjunto a tal concepción se utiliza la sanidad: el colesterol, para justificar la dilución del aceite y mover masas dinerarias, la propaganda de enfermedades para justificar el control social: desde el sida a la manipulación aberrante del aborto son mecanismos de génesis de justificación del sistema. Y con todo esto, la distribución del tiempo en un sistema métrico elaborado en rango a un criterio de “consideración” del obrero. No se considera que alguien no lo sea, ni trabaje a horas no tasadas ni por dinero, simplemente todo ha de ser regulado y medido, tasado y pesado, y alcanzando paroxismos histéricos en su búsqueda de una perfección imposible que se sustenta en ideologías de autoayuda y una frase vacua: no se busca el bienestar de la gente, sino que no molesten a un sistema inhumano que sólo se justifica en sí mismo: de tal modo, igual que la crisis lo ha sido por decreto, decretan guerras e invasiones, por “la democracia” tallas y pesos, por “la salud” y formas sociales fundamentadas en la vacuidad que nada contengan y así nada molesten: todo es la forma en la cual no molestes bajo ningún concepto a una idea de un futuro sólido: se progresa: ¿hacia donde? y la argumentación del futuro del progreso sólo es el progreso industrial, la concepción industrial de absolutamente todo y la concepción fabril de la vida.
No acabara esta crisis cuando por decreto haya acabado la crisis fiduciaria. La crisis es de concepción moral, de negación de la persona y de la vida y la muerte, relativizando todo concepto y manipulando las mentes más endebles en su favor en un magma de buenismo y bondad vomitivamente cursi.
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