La basura se desparrama por las calles de Madrid: no basta con no recogerla; se desparrama por las calles, con el concurso de voluntarios, seguro, para llamar más la atención. Sobre la licitud de la huelga, no entraré; sobre el vandalismo, para qué entrar: el que quiere justificar su significado, siempre encuentra una razón, una excusa, una indignación, siempre fingida: el mal siempre se excusa. No es el único problema que tiene Madrid, aunque sea el más ostentoso, evidente e inmediato. Pero mientras “evidenciamos” este problema, e imagino que tantos otros, se focaliza la vista a un punto, se evita que se mire a otros.
La Cañada Real lleva un proceso de propaganda para su expropiación y posterior urbanización que resulta aberrante: las vías pecuarias que han sido sagradas desde los Reyes Católicos y que han sido las vías del comercio, y el camino para salir de la pobreza, va a ser “modernizado” urbanizándolo para destrozar la Cañada Real, y de paso, seguro que algún negocio hay tramado. Algo similar empieza a suceder con la distribución de aguas en Madrid; y con muchos más negocietes de amiguetes que molan: pero de lo del Madrid Arena llegarán a alguna conclusión muy aparente, poco eficaz y nada resolutiva: porque llegar al fondo de las cosas hasta sus últimas consecuencias es una expresión que de tanto utilizarla no significa nada para los que la dicen; para mí, cada vez que la oigo sé que hay cambalache.
Las tv magnifican y minimizan según su proximidad, que al fin y al cabo es lo que les afecta, cuando no son directamente aparatos de propaganda a favor o en contra: cuando se hable de canal 9 recuérdese la de elementos que pasaron a esa nómina sin haber trabajado en su vida, ni haber pisado el sitio y que se han jubilado de allí sin ni siquiera saber como es, que la memoria histórica ha de servir para algo, vamos.
Ha sido la España del ladrillo, esa aberración que tenía un especial diario en el informativo de la tv “la sexta” muy vehemente y muy aparatoso, hasta que dejo sin más explicación de emitirse.
De Madrid se pueden y deben decir muchas cosas, que todas no las se: empezando porque el Borbón vive aquí, siga la cadena de mando hacia abajo, que el bien no lo encontraremos.
Es fácil hablar de la España del ladrillo, o movilizar a energúmenos para ensuciar Madrid; no lo es menos denostar al pp de Valencia, que méritos hacen, pero el entrar a analizar un problema hasta sus últimas consecuencias no se hace en ningún caso: si se hace un análisis de canal 9, además de ver el enorme dispendio de dinero y el repositorio de vividores que ha resultado ser, dará como resultante que el batua que hablaban ahí era una sistematización lingüística que era ajena al habla de la gente: los que hablan valensiá me darán o quitarán la razón: era un instrumento de “normalización” de manera que basándose en el defender una lengua “oprimida” comprimida y reprimida, han negado la lengua y el habla de la gente que sí lo hablaba y vivía, en un proceso de subducción a la corrección política para una mejor manipulación de la gente: la confusión entre esos hablantes ha sido evidente; la manipulación de tan evidente, apestaba tanto que de lo único que puede alardear es de haber sido la que inventó los programas de cotilleo en grupo para pregonar acerca de gente, y sacar sus más bajas cualidades para aumentar el morbo: eso sí, Tómbola se hacía en castellano, vaya. Cuanto daño hay hecho al valensiá y a sus hablantes, debería ser objeto de una seria evaluación, si hubiera una universidad seria.
Se habla con prudencia: se teme enojar al poderoso, siempre: y eso ha conseguido este sistema, la sumisión y el miedo de la gente, alentando el odio, y la amargura.
En Buñol, mi pueblo, ahora en una campaña de propaganda a nivel local alardean del tema del túnel que tanto he tratado aquí; y desde luego, lo hacen bajo el epígrafe de “que bien estamos urbanizando el pueblo”
Sí; está bien urbanizado. Está preparado para ser una ciudad-dormitorio, siendo piadoso; un reservorio suburbial de alguna megalópolis imaginada; siendo caritativo, lo han preparado para ser un lecho de tristeza y un miasma de amargura.
Alardean ahora de su triunfo al haber hecho el túnel: triunfo, es: contra los vecinos, contra el resultado del referéndum que habían convocado, contra la cultura, contra la naturaleza, contra el medio ambiente, contra la secuencia del agua, contra la vida social y su desarrollo normal, y contra Buñol: si, han triunfado.
Desde las primeras elecciones municipales gobierna en Buñol la izquierda.
Frente a mi casa había un solar que daba directamente a la iglesia, con lo cual podría haberse hecho una urbanización de la plaza mucho más “ecológica” y seria que el haber especulado o haberse rendido a la especulación para hacer pisos que se vendieron bien y bien caros; el disparate no empezó ahí: había empezado con la finca junto al puente nuevo que cegó la boca del refugio y que cegó el desarrollo de casas unifamiliares antigüas desde el castillo hacia el río; continuó con lo de Layana, un molino cuya valla pasábamos al ir al colegio, y que desde luego se construyó con todas las propagandas de evasión posibles: pero tampoco se hizo ahí ninguna obra que beneficiara al pueblo: se hizo negocio, se justificó, y adelante; lo de cegar la balsa de la huerta abajo, bajo el epígrafe de “no se vaya a caer un niño” cuando jamás ahí había muerto nadie, también fue un dislate que justificó la urbanización en altura de los comienzos de la huerta abajo: con los siguientes esparajismos de modernidad se cierra la posibilidad de uso de la huerta abajo y el Planell hacia Alborache, en casas familiares, y con cierta capacidad de intimidad y sosiego: pero claro, el problema de la España del ladrillo es en otra parte, en mi pueblo nosotros lo hacemos todo bien todos: los malos siempre son los demás. No entraré a desmanes ilegales consentidos a amigos, ni en personalismos. Pero si queréis entramos eh, sin problema.
Desde el primer ayuntamiento democrático lo que es la vida en Buñol es un páramo de degradación, una vacuidad social y una carencia de sosiego que han subsumido al pueblo en la tristeza. La izquierda en Buñol no puede hablar contra la “España del ladrillo” porque las mismas causas que usan ellos de excusas, son las que se usan para todo punto de España; lo del cuidado del medio ambiente, el sosiego publico y la calidad de vida, son palabras que se usan para que no signifiquen nada; Buñol ahora es un pueblo degradado, mal cuidado, con una planificación urbana desastrosa y rendida al capitalismo fiduciario más vil, y no se puede alardear de ello sin que se puedan sacar los planos de los últimos años –exactamente desde las primeras elecciones democráticas- y hacer un análisis espacial del término y de las justificaciones absurdas dadas para que se haga lo que decida el Alcalde, casualmente, sin ningún criterio, estilo, elegancia, arquitectura, urbanismo, ni pundonor.
Y así, con apariencia de modernización y “Spain is different” en lo que estamos es que la gente calla por miedo al poder, miedo y sumisión, porque nada puede ser fuera del mecanismo implacable del estado: de tal modo, sin pertenecer a alguna de las sectas del poder, nada de trabajo se encuentra, porque no se convocan oposiciones, y además de controladas, está lo de los interinos, que es una manera de tener a la gente sujeta; las presunciones ideológicas sólo son frases de propaganda de la hondura de “a qué huelen las nubes” y el resultado evidente es que hay un sistema de sumisión feudal a los amos: sean del partido o del sindicato, sean de tal o tal otra administración, el feudalismo es real, y traducido en la adscripción ciega a un sistema feudal de órdenes que llaman democracia.
Lo peor de la peor imagen dada del feudalismo, es lo que vivimos ahora; lo peor de la sumisión al “imperialismo” que tanto se cansaron de denunciar, es lo que vivimos ahora; cuando menos ha valido cada persona por sí misma en la historia de España, es ahora; señoritos feudales del XIX, pero no los reales, sino los horribles que jaleaba la propaganda como lo peor de lo peor; el sistema dictatorial no hace ni falta explicarlo: porque esto sí es una dictadura, y terrible; esta socialdemocracia liberal es realmente el sueño de Stalin: y ahí andamos, en un holodomor pero eso sí, dulcificado y negado por la propaganda.
Señoritos feudales a todos los niveles. Y además los peores: los resentidos, los haraganes, los lacayos, los babosos, los ineptos son los que ahora gestionan el poder en España. Ya va siendo hora de dejar de mirar a otro lado, y empezar a ser españoles, que la verdad se puede intentar esconder pero el negarla no es una buena estrategia.
De la Perspectiva Nevski sale una avenida, la avenida de los palacios abandonados: el soviet consiguió acabar con esa floreciente burguesía; muerto el soviet el daño está hecho, los palacios abandonados y Rusia entregada a una narcoligocracia depravada: en España le rinden pleitesía a Adelson. Y ni por azar encuentro a Igor Stravinski para poder consagrar la primavera con Carpentier.
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