A disposición, nueva obra. Es una novela.
Y ya me vais diciendo.
¿Podría decirme que camino debo tomar para irme de aqui? preguntó Alicia; "eso depende, en mucho, del lugar al cual quieras ir" contestó el gato. "No importa mayormente el lugar" ; "en tal caso, poco importa el camino" "...en tal de que lleve a alguna parte..." "puedes estar segura de que todos los caminos conducen a alguna parte, en tal de que andes un trecho lo suficientemente largo"
Nadie entiende de flamenco: los que reconocen escucharlo si hablan de ello es siempre desde la humildad: nadie se da por entendido, experto o cosa similar: todos, aficionados. Y hay gente que sabe un montón; y supongo que habrá gente que considere que yo sé algo: inocentes.
Y siendo una música “que está ahí” no es para todo el mundo: hay quien cae bajo la fascinación y su belleza, y hay quien jamás alcanza: no pasa nada; hay gente que cree que le gusta leer porque lo dice su horóscopo; así te lo sueltan y no han leído nada en su vida; no pasa nada: hay al menos una profesora de Literatura en Valencia en un instituto que confundió ante mí a Santa Teresa con la madre Teresa: a santa Teresa la desconocía bajo el paraguas de “yo es que lo de la religión, no” y yo, para mi propia extrañeza, callé.
Y casi es mejor que se mantenga el flamenco “ahí” antes que caer bajo la fascinación del brillo de los neones falaces de la modernidad; al no haberse asumido al sistema, el sistema la deploró, y ni las radios le hicieron caso sino como chanza, y se la denigró públicamente; si; queda muy bien en dos o tres películas o algo así y siempre que vaya bien tamizado en un relato pelma o amargado; los oyentes de flamenco, nunca son multitud pero es un shibolet que une y condiciona la conversación cuando se da; el flamenco ahora está de pura evolución en un purismo delicioso y da gloria: los que no lo entienden, no lo entienden.
El flamenco es un sistema que sale del trabajo y el hombre, del trabajo agrícola y de las reuniones de los hombres tras el trabajo; es un sistema engarzado en las raíces de la tierra, del trabajo y de todo un mundo que puede entender a la industrialización, pero la industrialización no puede entender a ese mundo; y la soberbia de la ignorancia causa rechazo; pero el flamenco vive, y cómo vive, y cada día su vigor es más patente, caudaloso, riguroso y firme; y esperemos que se mantenga “ahí” porque sería un error que los industrializantes metieran sus zarpas.
El flamenco lleva sus ritmos, métodos, soniquetes y tiempos. Acordes a la tierra y al tránsito del sol, a las estaciones, a las horas de luz y de oscuridad, al trabajo del campo y a las horas, al ángelus y a los trabajos, al sudor y al pulso, la tensión, el ritmo de la sangre y el avatar de la propia vida, por eso te es tan propio, porque se acorda a la cultura en su esencia y tempos. Y por eso nos es propio.
Ritmo, tiempos, paisajes, trabajo y esfuerzo: así nació el castellano, y España, y ese ritmo lo llevamos grabado a fuego en la sangre y es la alegría y la tristeza, y es nuestro momento y nuestra introspección: de la misma manera que los españoles rezan, así es el flamenco a la cultura: porque los españoles son católicos, realmente el catolicismo es España aunque ahora el meapilismo sea haya impuesto por inundación y hayan degradado la cultura y la religión con la papolatría y la adoración clerical: a los curas se les da estopa, precisamente a fuer de católicos, y desde luego se les han de permitir pocas licencias, porque esto es España y la iglesia debe estar “ahí” porque es nuestra, y el cura en sus clerecías; y bien encajado y enfilado por todos, que España a fuer de católicos no aguantamos a los curas, y si te damos el mando sobre una iglesia y te reconocemos la capacidad de consagrar no es para que te lo tomes a broma, haragán.
Rezan los españoles en la intimidad, que la religión va por dentro siempre, y exteriorizaciones son cuando son y por lo que son, de cada uno por sí mismo, socialmente el día del santo del pueblo, en la pascua, y sobre todo: cuando nadie te vea.
La algarabía que montan ahora los que se dicen católicos haciendo alardes y proclamas, sobre todo en las redes sociales, no es sino haber caído en el esquema de propaganda de la industria, tan lejano al catolicismo y a la esencia de ser español; ahora los católicos están todos fuera y frente a la jerarquía clerical: como Dios manda.
Que han llenado todo de confusión y nunca se ha obligado a nadie a ser de uno u otro o escuchar flamenco, pero lo están planteando de manera publicana si no farisea, y tal concepción de la religiosidad nada tiene que ver con el catolicismo: bien, que hagan propaganda y nombren al Papa estrella del rock de todos los tiempos y demuestren públicamente sus devociones y fervores haciendo clic con el ratón; tienen el mismo valor que la nada, o menos; la tibieza es la ley y el catolicismo perdura en la gente, a pesar de los curas y a pesar de esta oleada de meapilismo anticatólico; porque seguimos rezando al sol el ángelus de Millet mientras el trabajo avanza, cada cual a su manera, cada cual en su ritmo, y medida; y toda esta confusión que alienta la clerecía y la gente aplaude es antiespañola, anticatólica y contracultural.
Ni todos deben escuchar flamenco, ni nadie debe atender a la clerecía, que el catolicismo lo llevamos de serie y ahora están traicionando todo lo que dicen defender en un hipócrita cinismo aberrante; y cada cual en su avance y criterio, que la religión no es algo social, que es privada, íntima y personal, nada de alharacas, alardes ni espectáculos piromusicales, que ya está bien que hablamos de lo más íntimo de las personas.
Porque somos producto de la tierra, el trabajo y los hombres; toda confusión es demoledora, pero acaba saliendo a la luz y en evidencia, la oscuridad se revuelve a morir matando: el catolicismo es España, que no la clerecía, y que nadie se deje engañar por esta oleada de impíos y aberrantes.
Más carreras de coches y motos se promocionan, más va la gente en bicicleta; a más pobreza extendida, más propaganda y admiración social al lujo y el dispendio: la globalización y el imperialismo cultural se aposentan sobre el luteranismo, y no hay más dios que el dinero y la riqueza: en esa base se fundamenta la tendencia social que promocionan hasta cuando dicen que se oponen.
Lo de los que van por el carril bici en Valencia es de traca: chillan, imprecan a viandantes, es como un propiedad privada, a la gente la atemorizan: y por supuesto todos con las bicis alquiladas; Fue Pérez Casado alcalde de Valencia el que inauguró el primer tramo de carril bici: cien metros; pero siempre hacen las cosas poco a poco, con pedagogía, y empezó a ser una “reivindicación” el ir en bici: no una posibilidad, un medio, una facilidad o una comodidad, no: una reivindicación. Eran los tiempos en que todo eran grandes obras y mayores inauguraciones, grandes proclamas de progreso y todas esas cosas: me contaban los ingenieros de obra que el metro de Valencia nos iba a salir por lo menos a metro ochenta, pero había que tener metro: si hay metro en Paris y Moscú, lo progresista es ir en metro, y si no quieren al final les obligaremos.
Y vaya, y en veinte años encima la gente lo asume como normal; y las bicis han de ser las de alquiler, negocio conocido porque es el mismo nombre del negocio de marquesinas y demás que financiaba al partido socialista francés, pero a veces la vida se llena de casualidades, como que todo es casualidad: hubo que progresar y poner al día España, y la han dejado hecha unos zorros, por todas partes: antes había bares de carretera, ahora vayas por la carretera que vayas hay los mismos bares; las recogidas de basuras ahora son “recogidas sostenibles de residuos sólidos” y en todas las ciudades exactamente igual: en Valencia la cogía la unión de agricultores, pero ahora en todas las ciudades es el mismo método, la misma empresa, los mismos colores…y la misma palabrería vacua, de organizaciones imposibles de ciudades inventadas: esto no es Tintín en América ni las ciudades son norte sur este oeste, esto es un cúmulo de años y tradición que han ido cambiando, que no evolucionando, pero ante la autopoiesis creativa, genética y creadora, el control de las ciudades, de las personas se impone: el sistema de enseñanza es lo más deplorable y cruel que imaginarse pudiera, y de tal modo la gente anda confusa y creen a mesías de fin de semana; ya es culpa suya, porque ellos “reivindican” y “luchan” y todo es un derecho y nada una obligación; y el modelo sobre plano soñado de sociedad perfeccionada y progrecesada ha dado como resultado el hambre, el hastío, la fatiga, la tristeza y la amargura, y la condición social es lo que en progriz se llama “pasivo- agresivo” que en clásico es la neurastenia.
La peculiaridad de España es España, y el querer haber hecho una sociedad moderna es la tendencia a destruir todo aquello que nos ha conformado a cambio de un plato de lentejas: todos los sinvergüenzas se han enriquecido desde la nada y van a la nada, dejando un páramo de tierra quemada; uniformizando todo para poder por igualdad subsumir todo en la mediocridad y a más mediocre seas mejor te asume el sistema; si destacas, mal mirado al menos, denostado seguro, asumido si eres rico, destrozado si no lo eres; pero un sistema sin enseñanza ni sanidad, sin obligaciones ni deberes, sin decencia ni pulcritud y encima alentado por el propio sistema haciendo ver que generan su propia oposición: colará con las mentes débiles, porque causa pavor pensar la realidad: es casualidad que hagan programas de Españoles que viven en otros países, todo es paradisíaco, ergo por descarte España no lo es: pero es bueno viajar y cambiar de país, así ponemos aquí a otros sin arraigo y podemos seguir saqueando. Viajar es maravilloso, y todo lo que sale en tv es fascinante, seguro: pero probad a poneos en contacto con cáritas de la zona: yo lo hice con cáritas de los países bálticos y no dan abasto a españoles que se fueron tras un sueño y nada tienen, ya nada: hasta la esperanza les roban y se quedan tan orondos; el control de la población como mecanismo social y socialista sólo es un sistema perverso que tan sólo se puede entender desde la sublimación de la codicia, desde la maldad.
Porque nada hemos ganado y todo estamos perdiendo y aquí seguimos progrecesando.
No hay ninguna estridencia en que Barón rojo hagan ahora una versión de Tommy –aceptable, por cierto- ni entra en ninguna disonancia, coherente con una trayectoria que se ancla en la base de los ochenta y con un desarrollo en su propia medida; la eclosión de los ochenta en España tiene una fundamentación y medida que entra dentro de la comprensión: frente a la música del pelmismo-leninismo de aburrimiento y amargura, tan subvencionada, tuvieron que rendirse ante el fragor y vitalidad de la música que hacíamos, unos cantando y otros escuchando pero era nuestra; ahora el Tommy es apropiada y aceptable; pero demasiadas cosas llaman la atención: lo que ahora está de moda es que el disck jockey sea la estrella, y nada más: es una tendencia social, de baile o socialización, es más una evolución de la discoteca como espectáculo, entre el cabaret y el casino, que un avance musical, y me llama la atención que todo el refencial musical hoy día son los ochenta, en todas partes; pocas cosas nuevas o buenas se hacen, y en muchas cosas se empiezan a romper topicazos deplorables: véase el festival de flamenco de Bilbao; y sin alharacas véase el auge y esplendor universal de los guitarristas españoles que han abierto camino a toda una varianza que llega hasta la danza: Ariadna Castellanos y Dorantes triunfan al piano, el baile Español es de una riqueza sublime; la apreciación exterior empieza a hacer reflejo en la apreciación interior, y esperemos que no se popularice el flamenco para acabar siendo desvirtuado, que ha quedado como referencial de cambio y desarrollo musical propio y fundamentado en la tradición: de ahí su modernidad.
En la mayeútica del tiempo se aloja lo que no os han contado; lo que todos saben, lo que de darlo por supuesto es ahogado. Al acabar la guerra civil hubo fusilamientos, dicen.
Al acabar la guerra civil había agotamiento, certifica la realidad. Los que habían vencido callaron; el combate siempre es cruel y no te deja para alardes ni tonterías: todos querían olvidar, todos: y no hubo problemas reales entre vencedores y vencidos más allá de los propios, y aun estos muy atenuados: el rigor católico de los vencedores evitó una masacre. Y los combatientes, llevan las mismas llagas – los que sobreviven, claro – y da igual el bando, y entre ellos los he visto y me han contado una misma batalla desde ambos bandos dos personas, tan amigas, contándose como se disparaban el uno al otro: se conocieron tras la guerra, y para ellos no fue importante el bando.
Lo importante del bando, los que alardean, y los que lo hacen bandera son los que han cambiado de bando, o los tibios que han intentado mantenerse al pairo de los tiempos: el tibio y el que ha cambiado de bando necesitan certificar en el nuevo régimen su adscripción, vehementemente siempre, para que no les afeen su conducta anterior y no los coloquen en el lugar segundón y apartado que merecen, por su condición despreciable. Esos, que no han tomado partido más que por el ganador y en nada se han mojado, cuando no han sido directamente el enemigo, son los que necesitan masacrar a quien puede dar fe de su condición anterior: de enemigo, o de tibio; y eso les impediría alardes, por los que esos son los que tras la guerra hicieron maldades; esos son los que a cuarenta años de muerto Franco son antifranquistas y los que alardean de demócratas; esos son los que al siguiente cambio de viento husmearán la tendencia hasta saber fijo a dónde apuntarse: eso son los cobardes, los que genocidan, los que desprecian, ningunean y hacen de lado, los que copian y los que destrozan famas, vidas y lo que sea para no descabalgarse de su ansiedad de ficción y notoriedad: no son, parecen, y para mantener su parecer si hace falta hacen lo que sea: esos son los cobardes, esos, son los que hay ahora.
La segunda generación crece en un ambiente de miedo y prepotencia a la vez, engolados y petimetres, crecen en un magma de falsedad; siempre la segunda generación son los más vehementes: los franquistas más acendrados eran los que no habían vivido la guerra, como mucho de niños sin enterarse de nada. A la tercera generación son carne de supervivencia, tibieza y maldad; raro es el espécimen que no se subsume en la oleada del tiempo, mantienen el vigor familiar: así, la hez política actual.
Ahora, se ve: tachan de tuiter, bloquean: niegan la palabra a quien no es de la oleada de la corrección política: siguen actuando conforme los principios de la propaganda, siguen anclados en los setenta: creen controlar los medios de comunicación y propaganda: controlan la prensa, pero cada vez menos la opinión: opinión que no es libre en la red, se evidencia enseguida, y cada vez más gente está más informada y con opinión mejor formada: la presión de la propaganda que la extienden a las redes sociales ya no funciona: no se sigue a los políticos por sus opiniones sino para insultarlos mejor, y ellos siguen creyendo que están transmitiendo consignas y que el pueblo los lee con atención y se crecen en su importancia: bien instalados en una realidad que pudo ser en los ochenta, pero que ahora ya no es, y nadie los descabalgará de su idea de sí mismos por mucho que la realidad se imponga: creen que con bloquear en tuiter a quien les afea la conducta evitan el problema: no sé qué de un avestruz escondiendo la cabeza en un agujero. Ya no pueden demostrar las mentiras de la propaganda sobre la que se sustenta el sistema porque ya no se puede silenciar ni opiniones, ni historiadores: y ya no vale el denigrar al que cuenta la verdad, el ninguneo y el desprecio porque la gente que quiere saber, lee, y no desde luego atienden a la propaganda: por buena que sea, y la hay muy buena y muy elaborada, ya no cuela porque lo que no nota uno lo percibe el otro y la gente lo cuenta y las composiciones de lugar fundamentadas en mentiras y falsedades ya no cuelan por ninguna parte: temen a la red en la misma medida que temen a la verdad, porque tendrían que enfrentarse a la realidad que tan bien han enmascarado con el dinero del botín, pero ya no pueden esconderse en ninguna parte, porque o cierran internet ( y ya la Pajín de ministra elaboró un proyecto de ley sin ninguna oposición por el pp) o todo lo que suceda si no se atiene a la verdad será puesto en evidencia, por muchos ghettos económicos y fiduciarios a los que condenen a los certeros, por mucho acoso estatal que nos hagan, por mucho que nos presionen, la verdad se impondrá, porque no puede sostenerse un sistema fundamentado en la mentira, basado en la falsedad, entregado a la estulticia en beneficio de una plutocracia siniestra. La gente ya no lo soporta, y todos saben que no están solos.