Buscábamos la excelencia y la erudición: la universidad empezó a demostrar ser un páramo de estulticia y estupidez, y persisten en ello: el asunto era progrecesarlo todo y en ello siguen: ahora la universidad de Valencia pretende dar todos los estudios en inglés, y se creen más modernos que nadie: desprecian a quien habla castellano y ellos saben inglés y se jalean en las radios y tv haciendo alarde de su conocimiento del inglés; en cualquier conversación normal se puede ver claramente que no tienen ni puñetera idea de castellano: ver, no visibilizar, ni visionar, ni palabros cursis para encubrir ignorancia.
Cuidado con inglaterra
ojo con el sajón
Odian tu idioma
y tu religión
Cantaban en los ochenta y tenían razón.
El tener una universidad que produzca títulos para pijos cursis significa que no tenemos nada; si la gente la prepara la universidad (Invento católico con cierta antigüedad, nada que ver con las sajoneces de las películas que queréis imitar) es para el propio país, prepararlos para todo en el mundo “que es necesario el ingles” es no prepararlos para nada, ergo sirven perfectamente como herramientas para cualquier propósito: no son personas, son herramientas eficaces, proletarios de cierto nivel que conocen una pericia, por ejemplo eutanasiar, y cuatro palabros para justificarse a sí mismos y la total ignorancia de todo.
Así la eutanasia, la psicología, el tarot y demás memeces serán de grado: tienen toda la fuerza del estado.
Esto lo hacen los progres que eran tan antiamericanos que me abroncaban porque me gustaba el jazz y ”la música comercial” ellos mismos entregan todo, y se quedan tan orondos.
No se plantea que los médicos sepan el idioma de los sordos, por si acaso, o que comprendan la concepción de la naturaleza humana, no: la simplificación total de todo en el idioma más simple y menos elaborado posible para que tan sólo sean herramientas de producción: falacia al canto.
Lo que produzca España a España ha de servir, y solo así servirá a la humanidad; esto es querer ser esclavos y hacer méritos para serlo, es repugnante.
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