La lluvia preludia el adviento; entra el otoño, y las nostalgias y regüeldos del alma tienen ya recorrido, son las mismas sensaciones que otros años, acumuladas, son las mismas ausencias y son las mismas dolencias: llevamos ya años en un sistema referencial parado que está anclado en una situación putrefacta: los símbolos de la propaganda moderna de las tonterías del 68 y demás parafernalia sublimada ya de tan recurridas huelen a rancio, a abrigo con polillas, al eterno moderno que aun no se ha dado cuenta de que tiene cincuenta años y sólo es un patético personaje ridículo: y como no hay un sistema creativo, sino sólo de asunción de consignas, repiten los mismos esquemas de pelmez y aburrimiento que consideran dogmas de fe: y encima se creen superiores moralmente a todos en todo, cuando sólo andan sublimados en la soberbia del ignorante, en la risita de suficiencia del tonto, en el ridículo del adolescente perpetuo encantado de conocerse a sí mismo.
Pero de todo hallan beneficio, en eso, no encuentran la generosidad de la que alardean.
Y no se dan cuenta de que están en evidencia: oiga, que el psoe apoya a los nazis en Ucrania, “la coyuntura” oiga, que el pp está aislado y abandonado por sus votantes “ los números sin fondo y la ciencia sin sentido nos dan la razón” oiga, que los sindicalistas sólo son neocapataces crueles con el trabajador “la legislación vigente” oiga, que las ong sustentan su bondad en quedarse el dinero recogido del estado en la causa que es justificación de su saqueo, y tan sólo roban y nada hacen “pero tienen buena voluntad” Oigan que la paradoja constante y esquizofrénica denunciada en “Desertores del arado” de banderas falsas y propagandas banales sólo está dando como resultado la nada, el vacío, la rendición, la esclavitud y la estupidez “hay que ser asertivos, proactivos, con empatía” oiga, que esos neopalabros que nada dicen y todo justifican son simplemente el asumir la condición de esclavos con alegría “hay que empoderar” que usted mal traduzca un termino sajón al castellano por su sonoridad, no le da valor como palabra a nada, ni significante, ni significado, sólo evidencia la capacidad de aburrimiento de las amargadas, que no se porqué parece que estamos en la obligación de aguantarlas todos.
Y mientras tanto, el sistema nacional eléctrico, que funcionaba y era de la nación española, ha sido vendido a codiciosos y en ello andamos, pagando la tontería de la “modernización” de F. Glez al que deberíamos quemar en pública hoguera, con todos sus lacayos para ejemplo y solaz; y mientras tanto, pasando del tribunal de las aguas que ha regido bien durante más de mil años, se da por privada el agua para engordar codiciosos, y nadie dice que el agua es del pueblo, que es la tierra; y mientras tanto, somos vendidos como esclavos y con la excusa del impuesto, se nos expropia vía expeditiva el sueldo, salario, ganancia o beneficio para un amo que rige los sistemas financieros desde Alemania “por nuestro bien” y que hace muy bien su trabajo financiero para el sistema financiero justificando nuestra venta al sistema financiero y además es aplaudido por la hez política, desconociendo que han caído en una trampa lógica de conversación sin sentido, como esos números sin fondo.
En el altar del templo de Babilonia, Jerjes ríe de gusto, no sabe que será derrotado, que siempre es derrotado, que al final a la civilización la salvamos trescientos que morimos. Y mientras tanto, del último gañán al primer Borbón, van haciendo caja y escondiendo el botín, creyendo que van a quedar impunes.
Y si no es bastante desgracia, la ordinariez de los pantalones cortos de las mujeres, que así todas parecen ristras de morcillas, bien embutidas; la vulgaridad de la ropa habitual, la ordinariez como norma y la ausencia total de estilo, elegancia, clase y personalidad en todas.
La modernidad sólo es sumisión a la moda, esclavitud al páramo industrial; no hay un avance en nada, sólo sumisión a los dictados de la moda, en todo, obedeciendo a amos crueles, y la gente, tan contenta: lo dicho, al final, a la hora de verdad sólo quedamos trescientos y además morimos.
Por eso hay que ir despabilando, que la guerra comenzó, y la gente no se entera.
Y todos suburbializados, y todos encajonados, etiquetados, sumidos en un espacio soez para la vida, encajonados por una burocracia rastrera y ramplona, de autojustificación, y todos sometidos a todo control por parte de la amargura, de la insatisfacción, del infantilismo déspota que detentan, y nunca tienen bastante, y condenan y santifican por lo civil, y se encuentran divinos en sus magmas de cocaína y furcias, y se quedan tan orondos, mientras, en España hay hambre: y lo que es peor, esclavitud,
Ellos, se quedan tan orondos.
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