Mi estudio del tiempo y la hora de La relación ha corrido hasta donde ni se me hubiera podido ocurrir, y con efectos cuando menos curiosos; es el fragor de la mayéutica, el rigor de la hermenéutica: una vez visto, todos lo ven, y abre muchas vías que no habían sido ni siquiera consideradas. El huevo de Colón, que una vez hecho todos dicen “eso sí” no, si ya, pero a nadie se le había ocurrido antes: en el curso normal de la vida se trata con malasombras que se apropian de ideas, chascarrillos, dichos, formas y de todo, haciéndolos suyos cuando lo han copiado a alguien, y normalmente denuestan al original: siendo de pueblo eso se conoce bien. Se padece. En tal rango se ha elaborado la universidad española “moderna” la realidad nos muestra la evidencia a diario, quieras, o no. Cuando alguien descuella, o apunta maneras, todo es un continuo de desdoro, ruindad y machaque a todos los niveles; se busca igualar en una unificación siempre por abajo, sólo se puede igualar por abajo; para que puedan medrar los que tan sólo se surten de artimañas y no de inteligencia; de tal modo la mediocridad de ser la norma se convierte en el rigor, y de ahí a la vulgaridad se asciende rápidamente, el supremo escalón de la ordinariez hace tiempo que está superado.
Cuando alguien apunta maneras de alzar el vuelo, todo son formas aviesas para intentar anclarlo al suelo, o al subsuelo; la sociedad no permite la excelencia ni la envidia pierde ocasión de manifestarse sublime: todo son rémoras, todo estorbo, todo aquello que pueda hacer hasta perder el impulso que te lleva, aparece; y mientras se despega, siguen cayendo piedras, insultos, desdoros, y todo aquello que a gritos manifiestan: llega un momento en el cual alzado el vuelo, ya queda todo eso tan abajo que ni afecta; tiran piedras a la luna, y tu estás en la órbita espacial, nada te afecta: si la envidia se dedicara a hacer en vez de tiñarlo todo, otro provecho habría: así ninguno.
Si la inquisición hubiera ahuevado al medio fraile de Santa Teresa, o hubiera muerto de una sífilis cuando era estudiante y hacía de enfermero en un hospital de venéreas, no sería hoy causa de placer como es: pero el enfrentamiento del Carmelo llevó a prisión al medio fraile, y en ese momento, le dió a la caza alcance.
Muere poco antes, y ni hubiera pasado a la historia; los carmelitas calzados fueron despiadados con san Juan de la Cruz, pero probablemente asolado por la condición humana en la inquisición de Medina del Campo, intentando entenderse y entender todo, preso, escribe el Cántico espiritual.
No sólo entendió él su tiempo y a sí mismo, es que nos dió tal deleite literario y místico que nos lleva a cotas elevadas de comprensión; de la propia comprensión, que es la importante.
Y lo hizo sabiendo lo que hacía; entre el y su jefa hacen muy difícil comprender la naturaleza humana sin considerarlos: Santa Teresa de Jesús reclutó a San Juan de la Cruz: ninguno de los dos en ese momento había escrito nada, de hecho sólo San Juan había tenido estudios, con la ratio studiorum: que fue un plan de estudios nuevo, y que desde luego vistos los resultados es mejor que cualquiera de los de ahora.
Sabía que lo hacía, sabía lo que componía y sabía su valor; no debió resultarle fácil decidirse a publicarlo, siendo que se había salido del itinerario místico, y por supuesto fuera de toda ortodoxia: una vez hecho, sabía su valor, y no por ello dejaba de ser humilde.
“Lo mío no tiene mérito: una vez he llegado, ya es mantenerse, pero mira Bach, cada semana tenía que componer una tocata, para poder ir adelante” Declaró Paco de Lucía en alguna entrevista que tengo oída; después de haber cambiado el concepto universal de la música, haber compuesto, haber cambiado la forma y sonoridad de la guitarra (si, las de concierto también son resultado del cambio suyo) y haber conseguido elaborar un opus más que digno, no era eso lo que le parecía logrado, el logro había sido salir del hambre, declaraba; el logro había sido para él alcanzar una comodidad de vida que muchos dan por supuesta en toda vida; lo otro son cosas que han ido pasando mientras hacía su faena: eso es la humildad: claro que era consciente de todo lo que había triunfado, logrado, subido o alcanzado, pero había llegado algún momento de su avatar en el cual sabiendo la faena cumplida, se dedicó a disfrutar de su trabajo: y entonces le dió a la caza alcance.
…sentada la cátedra hace años, ahora se ve el vigor del empuje y la escuela que ha creado: ha pasado Paco de Lucía, ya nada vuelve a ser lo mismo; es un genio; en España en vez de darle un puesto en la Real Academia y tratarlo como merece, seguro que se le obvia y ningunea: la ignorancia es así de magnífica, la envidia es así de soberbia, la ignorancia es la ley. El alcance de su trayectoria trasciende toda espectacularidad, su vigencia antigüa y su vigor musical claramente alcanzan, hoy, rigores místicos, que no sólo en la literatura está la mística…
Consideré en La Relación; y tal considero.
Demasiado se ve una confusión al uso de “humildad”: Paco de Lucía era humilde: es evidente; pero mucha gente lo califica de humilde cuando quieren decir que no era vanidoso: no alardeaba, ni fanfarroneaba, de nada de lo hecho o de su majestad, que éste sí la tenía. La humildad y la vanidad no son lo mismo: en estos tiempos es ya difícil entender a la gente, tanto que han degradado el lengüaje: tener que explicar que el no ser vanidoso y el ser humilde son cosas distintas, ya es duro, aviso.
A partir del momento de saber que sus metas habían sido alcanzadas, y muy superadas, y en el conocimiento de sí mismo, continuó su vida trabajando: es la mejor manera de pasarlo bien; haciendo lo que te gusta: y su obra da fe; no exageré cuando definí el rigor místico; eso es la humildad, y la grandeza; San Juan continuó en su ritmo y norma, tras el Cántico espiritual; ambos dos sabían la magnitud de lo hecho, pero lo divertido nunca es el resultado, por duro que sea cazar al alcance, lo divertido es el camino que te ha llevado, con todo el padecimiento y sufrimiento, goces y desconciertos, confusiones y mareos, dolor e incomprensión, y eso es la humildad; acabada la faena se sigue adelante, porque si: élan: el impulso vital, y cada cual tiene el suyo.
Lo bueno de ser Peregrino no es Santiago ni la catedral; eso es sólo un rato apenas relevante: lo bueno es hasta que llegas; una vez has llegado, nunc dimmittis, y a la siguiente, que la realidad acecha.
Va asombrándome continuamente mi análisis del tiempo y las horas de La Relación; a veces no te das cuenta del roto hasta que te lo cuentan, pero acertó CHardan (de la calle nueva había de ser)
"Te recuerda muchas cosas que las sabes pero las ignoras" Para comprender lo más sencillo a veces hay que dejar la vida.
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