miércoles, 18 de agosto de 2010

Una cuestión de apreciación

Del catolicismo soy ateo. Del islamismo, sería degollado. O lapidado.

El catolicismo primero, inventó el perdón, luego los pecados.

Y entre otras cosas, la preservación de la cultura es cosa del catolicismo: además si sumamos Catedrales, Teología, Santo Tomás, Bach, Cisneros, Madre Teresa, Santa Teresa, San Ignacio, y la percepción de la persona no como objeto sino como ser ontológicamente sagrado y respetable, tengo una serie de argumentos.

El Islam es una reunión que surge del bandidaje y el latrocinio, y a fecha de hoy la mayor teología que pueden aportar es la lapidación de mujeres y el ahorcamiento de homosexuales (maricones en castellano) el degollamiento de personas y el secuestro de pobres inocentes que pretenden hacer de ONG en países pobres.

Incapaces de generar nada, vienen en oleada, se apropian de lo de lo hecho por otros, y luego, siempre hay que echarlos.

Ahora quieren hacer junto al execrable crimen de las torres gemelas un club de sarracenos: y lo quieren llamar la mezquita de Córdoba.

Además os toman el pelo.

Es fácil: simplemente hay que elegir: se elige la ablación de clítoris, la lapidación y el ahorcamiento de maricones, o que los católicos vayan a misa si les da la gana.

Porque HARTO estoy de oír que “no todos los moros son iguales” pero jamás he oído de las mismas bocas que “no todos los curas son iguales” polifónicamente esas bocas denigran al catolicismo mientras justifican a los pérfidos sarracenos.

Ni mezquitas, ni morería: el que no quiera evolucionar, se quede en su tribalismo ladrón; pero ya está bien de dejarse engañar bajo legalismos de “la ley de protección urbana lo permite” lo que nos exige nuestra voz, palabra y nuestra historia es más catedrales, nada de esos sitios, y más cuidado con esa gente inducidos por la taqiya y el horror, el horror.

Y los de USA que se jodan: el negro zumbón quiere un horror junto a las torres gemelas: ellos verán.

Pero ya la historia manda, y lo explica muy claro.

1 comentario:

René Deschamps dijo...

Más claro, agua