viernes, 24 de febrero de 2017

Metaeuforia

Más vehementemente proclaman sus consignas, más calladamente la gente los deja de lado: todo el enorme constructo del nuevo orden mundial ya ha caído, y el sistema ha muerto, y muere matando, y cada vez con más vehemencia: todas las argumentaciones sobre Trump, Putin, Marina Le Pen, Brexit y demás “ultraderechismos” se fundamentan sustancialmente a “en la tv han dicho…”

El gran éxito de la corrección política ha sido la inserción de la propaganda en el sistema educativo como dogma de fe; de tal modo, ni siquiera conocen los temas sobre los que son licenciados por la universidad, ni de lejos: la ortografía, deplorable cuando menos: y si les hablas de Escohotado, “les gusta mucho y ven sus videos en youtube

Para Escohotado el placer es estudiar un tema, ahondarlo y llegar al fin;  me complace que ande triunfando con su última obra; demuestra que al final, sólo los excluidos del sistema de corrección política estamos en las certezas: es el principio de incertidumbre de Heisenberg.

El sistema ha muerto, y muere matando, y la inercia arrastra a los amorrados a él a justificarlo bajo cualquier medio, mientras los amos buscan como salir de ésta impunemente.

Demasiada gente empeñada en ser chusma, cada vez menos excelencia: pero pululamos por la red desde hace tiempo, y cada vez se ve más en la gente: para los de ácratas es el metamodernismo; son atinados en su definición del posmodernismo que hemos padecido, pero que ya ha muerto, y todos sus corifeos se afanan en buscar protagonismos que ya les han sido negados por su impudicia; para la mayoría acabó el tiempo de consignas y llegamos al individuo, lejos de la masa, que busca su benefacción, a todos los niveles: y ya se ve. Y ya acabó la ficción de un orden mundial total fundamentado en la esclavitud de la persona, en demasiado poco tiempo la ideología de género, las mandangas de ecologismo y las zarandajas del buenismo puritano serán materia a esquivar en las conversaciones por aquellos que ahora las defienden vehementemente; las discusiones serán de rango de conocimiento y teología, excepto claro, los clericales, que siguen anclados en el posmodernismo de obediencia y prohibición de estudio: ni uno ha leído a Santo Tomás.

Quedaremos sólo dos clases: las personas, y la chusma, que intentarán justificar su vida en denigrando la de otros: la maledicencia y difamación, tan arraigadas en éste pueblo que se empeña en hundirse y arrastrar a todos al albañal; han caído en su lodo, y no podrán salir en generaciones, porque hace falta haber estudiado para poder hablar, y hace falta humildad para poder estudiar.

Están cambiando los modos del zeitgeist: pronto, cambiará el zeitgeist.