domingo, 20 de marzo de 2016

Pasión

Manuel Machado reconoce que jamás descendió a la vulgaridad: conoció a Melmoth, y le impresionó su decadencia. Melmoth vendió su alma al diablo, y erraba por el mundo buscando a quien pasarle la inmortalidad a cambio del alma; Sebastián Melmoth es el nombre que adoptó, en homenaje, Oscar Wilde, y con él murió, tras salir de la cárcel, difamado, vilipendiado, hundido. Rubén Darío lamentó su muerte al saberlo. Wilde fue a la cárcel en un magma de confusión aberrante, y redactó allí De profundis, una carta de confesión, asunción y expurgación de su pecado de una sinceridad cruel, pero no se ahorró sufrimientos ni se autocompadeció; retrata el mal de una sociedad que no asume a los individuos, aquellos que no encajan en los corsés ceremoniales de cada época y se lamenta 
toman prestadas las ideas de una especie de biblioteca circulante del pensamiento-el zeitgeist de una época que no tiene alma- y las devuelven manchadas al final de la semana, así intentan siempre obtener emociones a crédito, y se niegan a pagar la factura cuando llega
Tellechea, en conversación con Ramón Y Cajal, alrededor de 1950, se quebranta de los tiempos y su dirección, cuando estudiaba el proceso del arzobispo Carranza
La experiencia moderna de represiones o miedos colectivos ayudo no poco a comprender una situación antigua, en la que la dirección impresa a la sociedad por poderes muy fuertes podía inclinar, tanto a quienes comulgaban con tales directrices como a los simplemente acomodaticios o menos fuertes a secundar intenciones impuestas por el clima ambiente con la conciencia subjetiva de servir a la verdad, la justicia, a la patria y a Dios
Claro que el proceso a Carranza transcurre en tal época que Santa Teresa le escribió a San Ignacio “Ándese vuecencia con cuidado, que andan los tiempos recios, no vayan a ir a la inquisición y le vayan a levantar algo” A breves tiempos, Juan Luis Vives tenía escrito “Tristes tiempos estos, que no se puede hablar ni callar sin peligro
Y siempre la consideración oprobiosa a la dirección de los tiempos, en toda personalidad, en toda individualidad, en toda época. Wilde la atribuye al filisteísmo: ser filisteo no es no reconocer el arte: éste mérito lo atribuye a carpinteros, pescadores, agricultores… para Wilde
El filisteo es el que sostiene y secunda las fuerzas mecánicas, pesadas, lerdas y ciegas de la sociedad, y que no reconoce la fuerza dinámica cuando la ve en un hombre o en un movimiento
Y si le pasó a Cristo, como vamos a estar exentos de ello; Wilde reconoce en su tristeza que el elemento fundamental que une y condiciona es el odio: eso sí hermana a todos, y el había actuado movido por amor: ésa es la diferencia, y en ello actúa al hacer confesión escrita de su situación; con Carranza actuó la codicia; con frecuencia palpamos la envidia, asómese a su vida y vea usted qué le rodea.
El odio es fuerte pasión; también la envidia. 
“El odio es, intelectualmente considerado, la negación eterna. Es una forma de atrofia, y mata todo lo que no sea él mismo.”
Y el modo de encarcelar a Carranza, a Wilde, lo lamenta Díaz Lanz en carta a Fidel Castro en 1959
Como buen camarada utiliza el conocido sistema de destruir mediante difamaciones la reputación de quienes se le oponen, aunque para ello tenga que descender a utilizar la vil mentira y la calumnia
Difamación, cárcel, desprestigio, hundimiento; y seguimos en las mismas, aunque, a veces, El Conde de Montecristo sale de la cárcel.

viernes, 11 de marzo de 2016

Ni olvido, ni perdón.

Nos están sacrificando, no sabemos como ni porqué pero los malos sí lo saben.
pero Caín ya sabe su destino
y también el de Abel, que lo ignoraba.
Caín es malo y mata, eso fue todo,
y sigue siendo todo aunque Caín




Baltanás ahí ha tenido un gran acierto.
 
Y jamás hay que olvidar, y si bien nadie pedirá perdón, hay que buscar la verdad y no confundirla en un marasmo de intereses, burocracias, y dignidades judiciales: sea hallada la verdad, señalados los culpables y buscados en caza; sean humillados y encarcelados todos los beneficiarios de esta matanza, y sean denostados públicamente todos aquellos que escondieron su cobardía ante el miedo, que hay que levantar la cabeza y ver a la muerte venir y desafiarla, y no ser sumiso y rendirse como mierdas.
Porque son nuestros muertos, son mis muertos, y España no debe perdonar. Perdonan los hombres, si perdonan, España jamás.
Me tomas la mano, llegamos a un túnel, se apaga la luz
 
 
 
Acertados, primorosos y delicados "La oreja de Van gogh" como lo era Van Gogh, como lo era su sobrinieto.