Hemos pasado de la filigrana y el alarde de trabajo impoluto hasta el último detalle a lo más descuidado e indolente: de ser un pueblo capaz de hacer cada día un arca de la alianza, hemos pasado a no saber envolver vulgaridades de los chinos con papel de estraza: modernos, eso sí, somos modernos a fuer de cretinos.
No sólo los sagrarios o la cantería de España, es que el pueblo de Pegaso, Derbi, el submarino, las fábricas de luz, el botijo y el mocho, ha aparcado en la historia la creatividad y la facundia del trabajo bien hecho por chulería de nuevo rico de “lo compro hecho” que para eso gano tanto dinero, y al final nada sabemos hacer; un pueblo, España, donde el trabajo existente es de camarero o “comercial” que consiste en dar la brasa a cuenta de compañías de tf, o de aspirante a puesto en la administración, siempre y cuando acredites tu adscripción a la corrección política y no tu capacidad para el puesto al que aspiras; de la alegría hemos pasado a ser un pueblo sombrío, siniestro, taimado y arditero que se holga en la maledicencia olvidando la propia vida; y nadie goza de su trabajo aunque quiera, que la estructura burocrática que se repica a sí misma en un bucle infinito impide que nadie se goce del trabajo completo, bien hecho y presentado, porque todo ha de ser revisado o puesto en manos del especialista……y nadie desarrolla su trabajo; un pueblo que hizo el mundo a todos los niveles, ahora acoquinados en la esquina esperando la limosna con cara de chulito de discoteca y miseria por todas partes, donde se les vende que el progreso consiste en ser un suburbio de lo más suburbial de Norteamérica, ejemplo de como no se han de hacer las cosas, y nadie se mira al espejo de Roma.
Jugaron a las ciudades como en “Tintin en américa” haciendo este estropicio; ahora quieren llorar por el arca perdida en vez de arremangarse y trabajar, se entregan a la indolencia, y si no jaleas, eres anatemizado, pero por lo civil.